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Ego quaero vultum Domini Nostri Iesu Christi, qui me illuminavit non meis meritis sed per suam sanctam pietatem


3 de enero de 2001 (Annum Templi DCCCLXXXIII)
Reeditado el 22 de abril de 2017 (Annum Templi DCCCXCIX)

 

 


  COMITÉ DE REDACCIÓN

Dirección

Fernando Arroyo Durán

—Director—

Jorge Luis Fernández Palacios

—Redactor Jefe—

Redacción

Montserrat Robrenyo Elías

Carlos Raitzin

Josep Juan i Buixeda

Horacio Amadeo Della Torre

Antonio Galera Gracia

 


 

Firmas

Fernando Arroyo Durán
(editorial)

Carlos Raitzin
(textos y traducciones)

 


 

Edita

TEMPLESPAÑA

Sociedad de Estudios
Templarios y Medievales

 


 

«A vosotros Hermanos os es dado conocer los secretos del Reino de Dios, felices nuestros ojos y nuestros oídos que ven y escuchan. Sabed que reyes, papas, obispos, abades y maestres han deseado ver y escuchar lo que vosotros escucháis y veis, pero ellos no lo han visto y no lo han escuchado y no lo conocerán jamás»

(De los Estatutos secretos de Roncelinus)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EDITORIAL

De los supuestos «Estatutos secretos» del Temple    

 

Este primer número monográfico del Boletín Temple, órgano oficial de difusión de la Sociedad de Estudios Templarios y Medievales TEMPLESPAÑA, representa un auténtico hito en la divulgación histórica templaria, no sólo porque aporta datos inéditos en torno a uno de los muchos enigmas que rodean a la Orden del Temple, sino porque pone al alcance del público de habla hispana el controvertido texto conocido como «Estatutos secretos de Roncelinus» o «Libro del Bautismo de Fuego», un supuesto manuscrito medieval presuntamente «encontrado» en 1780 en el Archivo Secreto Vaticano por el estudioso germano-danés Friedrich Münter, profesor de teología en la Universidad de Copenhague, orientalista, historiador de la Iglesia, arqueólogo, obispo luterano de Zealand —isla y región danesa en el Báltico— y masón...

A través de estos «estatutos secretos», que se afirman redactados «por el Maestre Roncelinus para los Hermanos Consolados», muchos creerán encontrarse ante el aspecto gnóstico y esotérico de la Orden del Temple, aquél que habría conducido a su perdición en lugar de las meras ambiciones mundanas y calumnias de un monarca francés... Otros, por el contrario, creerán hallarse ante una vulgar falsificación... Y son estos últimos, sin duda, los más cercanos a la realidad, ya que a todas luces los conceptos doctrinales expuestos son más propios de un sincretismo masónico decimonónico trufado de catarismo y paganismo que del esoterismo tradicional cristiano aún perviviente en el seno del catolicismo medieval y renacentista.

Los famosos «Estatutos de Roncelinus» no pasan de ser una evidente impostura encargada al obispo protestante y masón Münter por la Estricta Observancia Templaria, un rito masónico templarista fundado en Alemania en 1751 por el barón Karl Gotthelf von Hund.

En los siglos XVIII y XIX, fundamentalmente en Francia y Alemania, diversas logias y masones adscritos al sistema escocés comenzaron a crear ritos templaristas y órdenes neotemplarias a partir de supuestas fuentes legitimistas, es decir, de documentos pseudohistóricos que pretendían legitimar la vinculación entre la Orden del Temple y la masonería especulativa, a través de la francmasonería operativa medieval y de filiaciones de hermandades laicas como los Fedeli d'Amore. Aparecen así burdas falsificaciones, como el «nuevo evangelio» denominado Levitikon, obra de un podólogo y antiguo seminarista francés de nombre Bernard-Raymond Fabré-Palaprat, fundador de una pseudo-orden neotemplaria en 1804 y de una neognóstica «Iglesia Joánica de los Cristianos Primitivos» en 1812, quien pretendía que la Orden del Temple habría sido fundada por el propio Jesucristo...; o el supuesto documento de sucesión del maestrazgo templario llamado Charta Transmissionis o «Carta de Transmisión de Larmenius», un pretendido «manuscrito medieval» que habría escrito en 1324 un tal caballero Johannes Marcus Larmenius (Juan Marcos el Armenio), presunto sucesor del último maestre templario Jacobus de Molay que hace sobrevivir la orden ocultamente hasta el inicio de las logias masónicas en 1717, y que no es más que una falsificación elaborada por Jacques-Philippe Ledrú, médico francés y neotemplario «maestre vicario del Temple de Messines»...

Dentro de este repetorio de falsificaciones masónicas legitimistas, aunque algo mejor elaborada que las dos anteriormente citadas al tratarse Münter de un erudito conocedor de la disciplina paleográfica, tenemos el «Libro del Bautismo de Fuego» que en este monográfico publicamos. Se trata, como decimos, de unos estatutos presuntamente redactados a finales del siglo XIII por un tal Roncelinus, nombre asociado a Roncelin de Fos, personaje histórico real pero un tanto «evanescente» cuyo único dato documentado sería el que, según el historiador y ex secretario general de Templespaña Justo Antonio Navarro Martínez, le menciona como «maestre de la comandancia (término más ajustado que encomienda) de Tortosa, en Siria, el 17 de junio de 1242, en la que se le cita como parte presente en una concordia arbitral entre el Temple y el Hospital», aunque el «Libro de Artefeuil» (Histoire héroïque et universelle de la noblesse de Provence, tomo III, pág. 250), dice que fue recibido en la Orden en 1267 por el caballero Jean de Pellissier. Y añade Navarro que «también se le supone "desaparecido" hacia 1280-1290, en la Casa del Temple de Santa Eulalia de Cernon, es decir sobrepasados los 75 años de edad si es que es cierto que nació hacia 1205 en Bormes-les-Mimosas».

Nosotros, como estudiosos e investigadores multidisciplinares, nos hemos limitado a traducir y publicar en español una copia en francés de los Estatutos de Roncelinus procedente de la biblioteca particular del conde holandés Menno van Limburg-Stirum, así como a exponer los apuntes históricos y las consideraciones doctrinales del autor encargado de dicha traducción, el Dr. Carlos Raitzin, matemático, esoterista y masón de alto Grado, cuyas propuestas obedecen exclusivamente a su visión particular sobre el asunto y no representan pronunciamiento oficial alguno del Comité de Redacción del Boletín Temple ni de Templespaña, dado que la investiación sigue abierta y es fundamental, más que ninguna otra cosa, el análisis paleográfico del documento original en latín.

Como se ha señalado, esta es la primera vez que se publican los Estatutos secretos de Roncelinus en internet, lo que supone ya en sí mismo un hito divulgativo en torno al tema templario, por lo que dejamos abierta la publicación en próximos números del Boletín Temple de las oportunas refutaciones doctrinales al corpus de dicho documento y a los comentarios.

Fernando Arroyo Durán

 

Monográfico nº 1

LOS ESTATUTOS SECRETOS DE LA ORDEN DEL TEMPLE
por el Dr. Carlos Raitzin

 


I.- MAESTRE RONCELIN DE FOS

Recopilación prolija de datos en torno a la figura de Roncelin de Fos, quien habría de ser supuesto «maestre secreto» de la Orden del Temple. Particular agradecimiento se le debe al autor francés Jean-Luc Alias, editor de la revista Templarium, de donde se toma buena parte de las referencias históricas.

II.- LOS ESTATUTOS SECRETOS DE RONCELINUS

Traducción de la copia en francés de los Estatutos procedentes de la biblioteca del conde Menno van Limburg-Stirum, «Caballero Templario» del más alto Grado de la filiación alemana de Von Hund.

III.- EN TORNO AL ESOTERISMO TEMPLARIO

Artículo en el que se ahonda en varios de los aspectos más relevantes y a la par desconocidos del «esoterismo templario», permitiéndonos una aproximación al conocimiento de la filiación templaria laica de los Fedeli d'Amore y de su principal figura: Dante Alighieri (1265-1321). Se realiza también un análisis de la documentada obra del Dr. Hans Prutz Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens, relacionada directamente con los Estatutos secretos o «Libro del Bautismo de Fuego», y de otras cuestiones relacionadas con el esoterismo templario.

 


 

I

MAESTRE RONCELIN DE FOS

Con alta probabilidad el maestre Roncelin de Fos nació alrededor de 1205 en Marsella, Provenza, donde residía su padre Roger de Fos. Era vástago de una poderosa familia, la de los señores de Fos, con fama de belicosos, rebeldes y renuentes a todo vasallaje, amos del pequeño puerto de Fos-sur-Mer. A la muerte de su tío Bertrand, su padre se instaló en Hyéres, donde aquél vivía solo. La familia prestaba particular atención al Temple, que poseía encomiendas en Provenza. Su pariente Hugues de Fos había sido maestre precisamente allí.

Eran los Fos propietarios de tierras al este de la embocadura del Ródano (la mitad oriental de la diócesis de Toulon) y obtenían grandes utilidades de la comercialización de la sal.

Roncelin era el hijo menor y, de acuerdo a las costumbres de la época, estaba destinado al clero. Joven ingresa a la Orden del Temple. Muchos fueron sus viajes y pronto alcanza altas dignidades. Así es que lo encontramos mencionado como maestre de la Casa de Tortosa, en Siria, donde el 17 de junio de 1242 se halla presente en un arbitraje entre el Temple y el Hospital.



Roncelin de Fos.

Una tragedia espantosa había ocurrido en la adolescencia de Roncelin que lo marcaría profundamente para toda la vida. En Béziers, no lejos de Fos, 100.000 cátaros habían sido masacrados el 22 de julio de 1209 por el ejército de Simón de Montfort. La orden de éste es conocida: «Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos». El joven vizconde Roncelin contaba a la sazón unos quince años y comenzó a detestar la intolerancia de la Iglesia católica por esta carnicería. Esto lo motiva para ayudar a los cátaros en carácter de vasallo del rey de Aragón en la batalla de Muret de 1213. Sin duda, este espíritu belicoso y antieclesiástico era el signo de su familia, que no se sometía a nadie y que, cuando no había enemigo a la vista, luchaban entre ellos.

Roncelin nació y vivió en el medio de los templarios, pero paralelamente a su labor en la estructura visible de la Orden participó en en el trabajo de la «Orden Secreta» («Secretum Templi»). Nos ilustran al respecto los interrogatorios a los caballeros durante el infame proceso, interrogatorios llevados a cabo por gente hábil y astuta, interesada en descubrir qué ideas circulaban en el Temple, pues la cuestión residía en saber si los caballeros habían adoptado el gnosticismo, el maniqueísmo o el catarismo, y en tal caso el grado de su adhesión a doctrinas dualistas sostenedoras de la existencia de dos divinidades: el Bien y el Mal. Incluso preocupaba la cuestión de si se habían convertido al Islam. Pero, por sobre todo y lo primero en importancia, era establecer si los templarios consideraban a Jesús como un falso profeta, como un delincuente común crucificado por sus delitos. Si esto era así, los templarios estaban crucificando a Jesucristo por segunda vez como declaró absurdamente el rey Felipe el Hermoso.

Los inquisidores conocían muy bien este enigma. Cien años antes, algunos cátaros conocidos como los «perfectos» ya sabían de esta versión de Jesucristo. Todo esto era conocido por los altos dignatarios de la Iglesia y guardado celosamente en los archivos vaticanos. Quienes quisieron difundirla, cátaros y judíos entre otros, fueron perseguidos y muchas veces exterminados y sus documentos destruidos. Pero, antes de su destrucción, los cátaros informaron al Temple, el que debió padecer a su turno tortura y muerte. Durante los interrogatorios en el proceso al Temple, algunos prisioneros evidenciaron que poseían conocimiento al respecto. El problema es sin duda el detectar sus fuentes de información, ya ésta proviniera de manuscritos hallados en Tierra Santa, ya fuera comunicación de sabios iniciados árabes o cabalistas judíos, o bien que proviniera de los «perfectos» cátaros. El hecho reside en que el Jesús histórico diferiría considerablemente de la leyenda que la Iglesia católica impone a sus fieles. Lo más probable es que tales secretos fueran perfectamente conocidos por los maestros del «Secretum Templi») en los más altos niveles de la Orden. Que tal organización oculta existía no cabe la menor duda. Existen testimonios de antaño al respecto. En Inglaterra, durante el proceso a la Orden, los caballeros William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke declararon paladinamente: «En el Temple hay dos clase de recepción. La primera supone el ingreso a la Orden y transcurre sin nada especial en las ceremonias. La segunda tiene lugar años más tarde, a veces muchos. Está reservada a unos pocos y es muy secreta». Todo esto era y sigue siendo rigurosamente exacto. Uno de los dignatarios de la Orden, Geoffrey de Gonneville, preceptor de Aquitania y Poitou, declaró en el proceso: «Muchos suponen sin saber que las ceremonias secretas son algo malo y contrario a Dios, introducido por el maestre Ronscelin de Fos. Él hizo modificaciones en los estatutos de la Orden», aclarando acto seguido que todo cuanto se hacía era bueno, noble y reservado a las almas más puras, lo que también es absolutamente exacto. En la Orden primitiva, sin embargo, el maestre general no podía acceder a los niveles y grados más altos, pues él debía ser ante todo un guerrero y no un esoterista. Vemos, por tanto, que el Temple no era ni es lo que suponen muchos confundidos que se dicen templarios y que reducen su vida espiritual a misa y comunión todos los domingos.

Precisamente, fue al parecer Roncelin de Fos quien introdujo la denegación de Jesús como profeta y mesías. Mucho sabía él de la verdadera historia de los orígenes del cristianismo. Su tésis era la negación de la divinidad de Jesús y un retorno al Dios Único común a cristianos, judíos y musulmanes. Así surge dentro del Temple una estructura o jerarquía oculta cuyos miembros no eran conocidos por la mayoría de los hermanos. Hay quienes sostienen que de ahí surgió el uso de rechazar la cruz. Quienes se negaban a hacerlo eran enviados a luchar y morir en Tierra Santa, los que acataban permanecían en Europa a fin de ser gradualmente introducidos en los conocimientos esotéricos. El objetivo último era el ideal sinárquico de conquistar el mundo entero para el nuevo ideal. Al saberse esto por infidencia de algún caballero, constituyó un nuevo y poderoso motivo para que Felipe el Hermoso y su aliado Clemente V quisieran destruir la Orden del Temple. Pero había otros rencores y otras causas, entre ellos la cuantiosa deuda del rey con el tesoro de la Orden. Y así naufragó el proyecto que hubiera conducido a una Europa unida y a una religión común para todos. Pasemos a la época en que Roncelin de Fos se desempeñó como maestre de la Orden en Provenza de 1248 a 1250. Durante este periodo, él debió manejar muchos asuntos, especialmente cuando fue enviado a España por Guillaume de Sonnac en remplazo de frey Pelage, enviado a Damieta, Egipto.

Se afirma que en Mallorca Roncelin asistió a la ruptura de la Provenza con la Corona de Aragón y que se alió con Guillaume de Sonnac. De 1252 a 1256, como Maestre de Inglaterra debió resolver diferentes litigios en ese país. De retorno en Francia, y de nuevo maestre de las casas en Provenza de 1260 a 1278, llevó a cabo su tarea con eficacia, acordando derechos en diversas comunas de Occitania, recibiendo muchos legados para la Orden y atrayendo a esta muchos nuevos hermanos caballeros.

En 1272 logra persuadir u obligar al obispo de Aviñón, donde el maestre Roncelin residía habitualmente entonces, a construir la capilla de la casa del Temple en esa ciudad. Muchos manuscritos citan su presencia para esa época en multitud de lugares: en Inglaterra, en España, en Tierra Santa y en las ciudades siguientes: Le Port-Sainte-Marie, Marestaing, Larramet, Martel, Carnac, Loupiac, La Selve, La Clau, Carcassès, Jalez, Puy-en-Velay, Arles, Fos, Valence, Lus, Toulouse, Tortose (Tierra Santa), Orange, Saint-Gilles, Richerenches, Montpellier, Roaix, San Juan de Acre (Tierra Santa), Lacapelle-Livron, Drulhe, Avignon, Vaour, Montricoux, La Ville-Dieu-du-Temple, Gap et Embrun, Marseille y Sainte-Eulalie-de-Cernon. Estos múltiples viajes nos hablan de la importancia y rango que había alcanzado el Maestre Roncelin dentro de la Orden del Temple.

Es interesante señalar que existe un manuscrito sobre la genealogía de los Señores de Fos en el que se menciona que Roncelin de Fos desposó a Mabile d'Agoult. Esto fue sin duda una contravención a la Regla del Temple. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Rogeiret, Rossolin, Rossolinette y Consoline.

En 1278 hallamos a Roncelin en la casa de Sainte-Eulalie de Cernon. Muy probablemente en esta comandería de Larzac, país de su antepasado Arnaud de Bedos, el maestre Roncelin falleció cuando contaba alrededor de ochenta años de edad. Y se llevó con él secretos no develados.



Sello de Roncelin de Fos, maestre de la Orden del Temple de Provenza (segunda mitad del siglo XIII), representando el Agnus Dei. El asta sostenida por el Cordero lleva la cruz paté. (Archivos departamentales de Bouches du Rhône, Marsella, Francia)

Las dos funciones de Roncelin de Fos, alto dignatario de la Orden del Temple y maestre de la «Orden Secreta», nos recuerdan a las dos caras del Bafomet. Y cabe preguntarse respecto de la relación de este último con la «ciudad de los sacerdotes druidas» o Bethphagé, mencionada en la carta nº XII de San Bernardo de Clairvaux a Hugues de Payns. Esto tiene relación con el Bautismo del que se denomina «Hombre Primordial» entre los celtas, lo que corresponde a quien no ha iniciado un camino iniciático. Y es tradición que San Bernardo fue iniciado en su juventud por los druidas, iniciación que a su vez transmitió a los caballeros fundadores del Temple.

En 1240, el copista Robert de Samfort, procurador del Temple en Inglaterra, redacta sobre pergamino una parte de la famosa «regla secreta de la Orden», si bien hay autores que afirman que la primera parte fue escrita por Mathieu de Tramlay.

Hacia fines del siglo XVIII, Münter, obispo [luterano] de Copenhague, descubrió en los archivos del Vaticano el manuscrito en cuestión conteniendo los «estatutos secretos» del Temple. Existen al parecer dos copias, una en el Vaticano y otra en Hamburgo.

 

 
 
II
LOS ESTATUTOS SECRETOS DE RONCELINUS
 
 
 
 

Aquí comienza el Libro del Bautismo de Fuego o
los Estatutos Secretos redactado para los Hermanos
Consolados por el Maestre Roncelinus.

ARTICULO I

El pueblo que marchaba en la oscuridad ha visto una gran luz y aquellos que estaban en la sombra de la muerte han visto esta luz. Para nosotros también la luz ha resplandecido. Nosotros estábamos todos en el duelo y hemos sido consolados en el terror y en la esclavitud y hemos recibido el espíritu de adopción de los niños que nos hace clamar: “Uno solo es Nuestro Padre, Maestro Salvador, Consolador”. Uno solo es nuestro Dios y su espíritu da al nuestro la certeza de que somos hijos de Dios.

ARTICULO II

A vosotros Hermanos os es dado conocer los secretos del Reino de Dios, felices nuestros ojos y nuestros oídos que ven y escuchan. Sabed que reyes, papas, obispos, abades y maestres han deseado ver y escuchar lo que vosotros escucháis y, pero ellos no lo han visto y no lo han escuchado y no lo conocerán jamás.

ARTICULO III

El tiempo ha llegado en el que no se adorará al Padre, ni a Jerusalén, ni a Roma. El espíritu es Dios. Y si vosotros sois de Dios, vosotros le adoraréis en espíritu y en verdad. Sabed que todo lo que Jesús ha dicho por el verdadero Cristo, es el espíritu y vida en Dios. Es el espíritu de Dios que vivifica, La carne de Jesús para nada puede servir.

ARTICULO IV

Dios es amor y quienquiera que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios está en él. Os hablamos en secreto y de lo que permanece oculto a los hijos de la nueva Babilonia, la que será tornada en cenizas y polvo por los humildes servidores de Dios. Os hablamos de la sabiduría de Dios revelada a nuestros Padres que la han transmitido para nuestra gloria y nuestro bien. Ningún príncipe o gran sacerdote de este tiempo la han conocido. Si ellos la hubieran conocido ellos no adorarían el madero de la cruz y no habrían quemado a aquellos que poseían el verdadero espíritu del verdadero Cristo.

ARTICULO V

Vosotros que sois los templos de Dios, construidos sobre los fundamentos de la Sabiduría y de la santidad antiguas, sabed que Dios no hace diferencia entre las personas sean estas cristianos, sarracenos, judíos, griegos, romanos, franceses, búlgaros, porqué todo hombre que ora a Dios es salvado.

ARTICULO VI

El Consolado está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han establecido sobre la base de los falsos dogmas. Entre el judío y el sarraceno actuad como si fuerais sarracenos o judíos. Con los hijos de Babilonia, gracias a la elección y al Consolamentum, vosotros estáis liberados. Mantenedlos felices y tratad de atraer hacia vosotros aquellos cuyos ojos se abren, pero actuad con prudencia a causa del evangelio eterno y a fin de evitar los escándalos.

ARTICULO VII

A vosotros que sois santos todo os está permitido. Sin embargo os debéis guardar de abusar de este permiso. No dejéis jamás sospechar nada en torno vuestro de lo que vosotros sois. Tened en vuestras casas lugares de reunión amplios y escondidos, a los que se tendrá acceso por  medio de corredores subterráneos, de modo que los hermanos puedan acudir a las reuniones sin peligro de ser inquietados.

ARTICULO VIII

Hay Elegidos y Consolados en todas las regiones del mundo. Allí donde veais construir grandes edificios haced los signos de reconocimiento y hallaréis muchos justos instruidos respecto de Dios y del Gran Arte [Arte Real]. Ellos han heredado de sus padres y de sus maestros y son todos Hermanos. En esa circunstancia se hallan los begardos y beguinas, los “pobres” de Lyon, los bons homes de Toulouse, Albi, Verona y Bérgamo, los “bajolais” de Galicia y Toscana, y los bogomilos de Bulgaria. Por los caminos subterráneos llegaréis a vuestros capítulos y a aquellos que alberguen algunos temores les conferiréis el Consolamentum en los capítulos ante tres testigos.



Los frailes franciscanos son testigos de un Consolamentum cátaro. Medallón de una biblia que representa a la ortodoxia (los frailes franciscanos) frente a la herejía (Consolamentum cátaro). Segunda mitad del siglo XIII, Biblioteca Nacional de Francia.

ARTICULO IX

Recibiréis fraternalmente a los hermanos de estas cofradías y también los Consolados de España y de Chipre recibirán fraternalmente a los Sarracenos, a los Drusos y aquellos que habitan en el Líbano. Y si el espíritu divino anima a los Sarracenos o a los Drusos vosotros podréis admitirlos como Elegidos o como Consolados.

ARTICULO X

Ningún Hermano será recibido si él no cuenta ya treinta y cinco años de edad y si no ha adquirido los verdaderos frutos de su elección. Para probarlo él demostrará su instrucción y sus conocimientos en los decretos antes de su admisión.

ARTICULO XI

Está expresamente recomendado de rodearse de las más grandes precauciones respecto de monjes, sacerdotes y obispos, abades y doctores de la ciencia porque ellos actúan como traidores a fin de enredarlo a uno más fácilmente en el fango de sus crímenes. Si vosotros los admitís tras una larga probación, que esto sea fuera del capítulo y en presencia de tres Hermanos y sin revelarles nada de los estatutos y costumbres de la Orden.

ARTICULO XII

Con los laicos que sirven a Dios en la simplicidad de su corazón se permite adoptar menos precauciones y de recibirlos ya como Elegidos, ya como Consolados después de una probación razonable.

ARTICULO XIII

Ritual y Consolamentum: El neófito escribirá su confesión general y la entregará al receptor, confirmando dicha confesión por un juramento en presencia de dos testigos, y ella será conservada en los archivos del Capítulo. Él recitará a continuación los Salmos, el antiguo resumen del Deuteronomio y será bendecido por todos los hermanos, que colocarán la mano derecha sobre su cabeza, después de lo cual él jurará: silencio, obediencia y fidelidad. El receptor lo absolverá de todos sus pecados y lo desligará de todos los mandatos de la Iglesia en el nombre de Dios que no ha sido engendrado y que tampoco engendra, en el nombre del Verdadero Cristo que no está muerto y que no puede morir. Se recitarán a continuación las tres oraciones. Durante la primera el neófito se mantendrá de pie, las manos levantadas. Durante la segunda se arrodillará, los brazos en cruz. Para la tercera se prosternará con la faz contra la tierra.

ARTICULOS XIV, XV y XVI

La primera oración es la de Moisés “Magnifecetur Fortitudo Domine”. Seguida de “Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra”, después de los cual el receptor cortará un poco de barba, cabellos y uña del dedo índice del neófito diciendo: “Tú sufrirás más en tú corazón que en tú cuerpo como signo de la alianza de Dios con el espíritu del hombre”. La segunda oración es la del hijo de María llamado Jesús: “Pater aeterne, glorificamos...” (San Juan CXVII) seguida de “Facta est vox de coelo meus dilectus...”. El receptor coloca enseguida el anillo en el índice derecho del hermano diciendo: “Hijo de Dios, toma este anillo como signo de unión eterna con Dios, con la Verdad y con nosotros.” La tercera oración, llamada de Baphomet, es la que sirve de apertura al Corán y que lleva el nombre de Fatiha. El receptor agrega: “Un maestro, una fe, un bautismo, un Dios padre de todos y cada uno que invoca el nombre de Dios es salvado.” El receptor levanta al neófito y unge sus párpados con el óleo santo. “Yo quiero ungirte, amigo de Dios, con el óleo de la Gracia, a fin de que veáis la luz de vuestro bautismo de fuego y que ella brille para ti y para todos nosotros sobre el camino de la verdad y de la vida eterna”.

ARTICULO XVII

La figura de Baphomet es retirada de su sagrario y el receptor dice: “El pueblo que marchaba en las tinieblas ha visto una gran luz y ella ha brillado para todos aquellos que estaban sentados en los árboles de la muerte. Hay tres que rinden homenaje a Dios y al mundo y esos tres son (San Juan). Todos los hermanos exclaman “Yah Allah”, es decir, “Espléndor de Dios”, besan la imagen y la tocan con su cinto. El receptor toma a continuación al neófito por la mano y dice: “En el presente, el hijo del Hombre es glorificado y Dios es glorificado en él. Vericinum (¿verdadero?) nuevo amigo de Dios que habla a Dios cuando él lo desea, a Dios al cual debéis dar gracias puesto que Él os ha conducido a donde deseabais ir y os ha concedido vuestros deseos. Que la luz divina permanezca en nuestros corazones y nuestros espíritus, Amén”. Para terminar la ceremonia, se entona el cántico tomado del libro de la Sabiduría, cántico que marca el final del Capítulo.

ARTICULO XVIII

El neófito es conducido a los archivos, donde se le enseñan los misterios de la Ciencia Divina, de Dios, de Jesús Niño, del verdadero Baphomet, de la nueva Babilonia, de la naturaleza de las cosas, de la vida eterna, así como también “La ciencia secreta de la gran filosofía: Abrax y los talismanes”. Cosas éstas que deben ser rigurosamente ocultadas a los eclesiásticos admitidos en la Orden.



Imagen en bajorrelieve de una cruceta de la iglesia de Tomar, Portugal, representando una cabeza con varias facetas en la que algunos autores han querido ver un Bafomet templario.

ARTICULO XIX

Está prohibido en las casas donde los hermanos no son Elegidos o Consolados de trabajar ciertas substancias por la ciencia filosófica y por lo tanto de transmutar los metales viles en oro y en plata. Esto no será jamás emprendido sino en los lugares ocultos y en secreto.

ARTICULO XX

Esta rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado. Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los Elegidos y a los Consolados.

 

 

Firmado por el copista Robert de Samford, procurador de la Orden del Temple en Inglaterra en 1240.


Sello del copista Robert de Samford.
 

 
 
III
 
EN TORNO AL ESOTERISMO TEMPLARIO

 

1- INTRODUCCION

El presente artículo se ocupa de diversos puntos del esoterismo templario con referencia especial a los Estatutos Secretos de la Orden del Temple o Libro del Bautismo de Fuego. La autenticidad de este documento no es cosa unánimemente aceptada ni mucho menos. En definitiva, que la cuestión es comprender de dónde sale cada cosa en esos Estatutos y que quiere realmente decir. Logrado esto, la autenticidad surge como muy evidente a mi entender. Es lo que intentaremos al menos esbozar aquí.

Un estudio serio y coherente del esoterismo templario exige para ser fructífero amplitud de criterio y diversidad de líneas de avance. De no encararse de este modo, nos encontraremos inevitablemente con callejones sin salida y preguntas sin respuesta. Tales situaciones frecuentes han dado lugar muchas veces en el pasado a soluciones de tipo conjetural que tienen excusa, pues la complejidad del problema del esoterismo templario es muy grande. Remitimos a nuestros trabajos en el Boletín Temple «La Orden del Temple ayer y hoy» y «Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli d'Amore», para evitar en lo posible innecesarias duplicaciones al respecto.

Es indudable que en el Temple dejaron su huella multitud de corrientes espirituales de las más diversas: druidas, cátaros, drusos, alquimistas, iniciados del Islam, cabalistas, gnósticos y masones. Esto para no mencionar si no a lo más evidente pero, desde luego, tal diversidad de contenidos complica y mucho el hallar un hilo conductor.

Es común la idea de que en la Orden existía un sincretismo que acumulaba ideas muy heterogéneas que se iban incorporando al Temple por los más distintos caminos. Pero la realidad es que, como destaca René Guénon, los antiguos iniciados sabían apreciar muy bien la unidad doctrinal subyacente tras una aparente diversidad de formas externas. Es por ello que, por ejemplo, Dante emplea un lenguaje a menudo tomado del cristianismo y otras veces de la antigüedad grecorromana, y no hace esto llevado por un sincretismo superficial. De hecho, y como señala Guénon, la metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, es universal. Los misterios antiguos no eran paganismo pero se superponían a éste. Es necesario comprender, y esto es lo que le cuesta mucho a algunos, que la vía iniciática se halla por arriba de toda forma religiosa exotérica. Esto es lo que le permite desarrollarse adoptando como ropaje exterior cualquiera de esas formas o ninguna.

Mencionaremos a continuación las líneas de estudio que aquí trataremos brevemente y a las que cabe calificar de no convencionales. Todas ellas prometen aportes de mucho interés y nada impide volver en el futuro sobre este tema para darles el desarrollo más extenso y cuidadoso que merecen. De hecho, nos hallamos ante una verdadera labor detectivesca donde habrá que rescatar piezas de evidencia casi siempre de manera muy indirecta, buscando indicios significativos y destacando paralelismos o analogías evidentes entre líneas iniciáticas tradicionales en apariencia muy distantes tanto en el tiempo como en el espacio. Este hecho ya ha sido subrayado múltiples veces por Guénon y sus continuadores, y permite, una vez más, poner de manifiesto la unidad esencial subyacente en todas las formas tradicionales auténticas.

En primer lugar, tenemos a los Fedeli d'Amore, filiación laica del Temple que ha merecido extensos estudios de muy distinguidos especialistas, tales como René Guénon, Luigi Valli, A. Ricolfi, Arturo Reghini, Aroux, Rossetti y otros. Esta parece ser una de las vías más promisorias de estudio y coloca a Dante Alighieri como figura clave en el centro mismo del problema. Y ahí viene en nuestra ayuda la obra colosal del erudito español Miguel Asín Palacios La Escatología Musulmana en la Divina Comedia, reeditada por Hiperión, Madrid, 1984. De interés puede resultar también el pequeño libro de R. H. Shamsuddín Elía Dante y el Islam, Buenos Aires, 1998. Una de las claves principales la proporciona el mismo Dante cuando recoge ideas de fuentes iniciáticas islámicas, aun cuando se cuida muy bien de mencionar explícitamente esas fuentes. Cosa que sorprende, pues no menciona nunca ni al profeta Mahoma ni al célebre iniciado andalusí murciano Mohyiddin ibn'Arabi (el más grande de los maestros espirituales del Islam y de quien Dante mucho toma), pero no tiene en cambio reparos en citar a Avicena y a Averroes.

Por último, debemos mencionar, ya en relación directa con los Estatutos Secretos o Libro del Bautismo de Fuego a la documentada obra del Dr. Hans Prutz Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens. Sin embargo, esta peca de cierta rigidez, siendo una típica producción de un Gelehrte que lo desconoce todo o casi respecto de la Tradición Esotérica. Esto hace que, al aferrarse únicamente a las pocas pruebas asibles y tangibles sobre la tradición interna del Temple de que él disponía, llegue este autor a conclusiones puramente negativas sobre la autenticidad del texto que nos ocupa. Ejemplo de esto que decimos es que prácticamente niega la existencia histórica del maestre Roncelin de Fos por no disponer él de mayores datos al respecto. Pero Prutz acepta, en su totalidad, las actas del proceso como algo fidedigno y de ahí concluye, a nuestro juicio inválidamente, la no autenticidad del Libro del Bautismo de Fuego.

La obra de Prutz contiene sin embargo datos del más alto interés en cuanto que el Estatuto Secreto que nos ocupa existía sin duda alguna. Todo se reduce a establecer si el conocido y reproducido aquí es el auténtico. Prutz presenta una serie de evidencias al respecto de tal existencia. De particular importancia es la cita de Michelet concerniente al testimonio del caballero Gervais de Beauvais, quien afirmó haber visto en poder de uno de los superiores de la Orden, junto a los estatutos comunes y conocidos de 1128, otro libro con estatutos que este mantenía muy oculto y del que afirmó que «por ningún precio se lo enseñaría a nadie». También cita Michelet (vide Prutz, op.cit.) al caballero Bertrand de Marignac, quien se sentía obligado «post multas promissiones de statutis et secretis ordinis observandis ab eo factas». El gran maestre templario Thomas Berard (o Berault) (su desempeño fue en los años 1256-73, según fuentes de la Orden del Temple de Jerusalén, según Prutz en 1265-72) mandó quemar muchas copias de los Estatutos Secretos, manteniendo unas pocas en manos de los más leales y encumbrados caballeros del Temple.

 

2- DANTE Y EL ESOTERISMO TEMPLARIO

 

De la filiación templaria laica de los Fedeli d'Amore nos hemos ocupado extensamente en otro artículo publicado en el Boletín Temple y no repetiremos, si no en mínima medida, lo dicho allí. La clave es ahora Dante Alighieri, figura principalísimo de los Fedeli d'Amore, tanto con sus palabras como con sus silencios, y de eso pasaremos a ocuparnos. Como bien dice Georg Rabuse en su libro Der kosmiche Aufbau des Jenseitsreiche Dantes: «La Divina Comedia más de seiscientos años después de la muerte de Dante es un libro cerrado con siete sellos». De la fidelidad al Temple de Dante no cabe duda razonable alguna. Es San Bernardo mismo a quien él elige para que lo guíe en la última etapa de su ascenso a Dios. Es a París a donde Dante corre cuando se inicia el inicuo juicio a los Hermanos Caballeros.

Una cuestión largamente debatida es el significado simbólico del VELTRO [un veltro es un lebrel, cazador de mucha velocidad] mencionado por Dante. René Guénon analiza este problema en su libro L'ésoterisme de Dante. Pero en suma lo reduce a juegos verbales que toma de otros autores sin aportar una solución definitiva a este problema. Mucho más convincente nos resulta el aporte de Giovanni Papini, quien identifica el VELTRO con el «VangELo eTeRnO» (Evangelio Eterno), mencionado también en el Libro del Bautismo de Fuego o Estatutos Secretos del Temple (cf. Papini: Dante vivo, Apolo, Barcelona, 1949). En realidad, como el mismo Papini señala, existen centenares de escritos sobre este problema esencial para la comprensión del Dante. Papini estima que puede tratarse de una alusión a las doctrinas de Joaquín de Fiore. Estas doctrinas aludían a la próxima venida del Espíritu Santo y su reinado, y eran conocidas en tiempos de Dante precisamente con el nombre de VANGELO ETERNO. Esto culminaría con la más completa reforma de la corrupta Iglesia católica. Dante sentía gran admiración por De Fiore y lo coloca en el Paraíso en la Divina Comedia, a pesar de las distintas condenas eclesiásticas que cayeron sobre sus obras. Es muy recomendable leer el detallado análisis de Papini y comparar sus conclusiones con los puntos de vista sostenidos por los Fedeli d'Amore (véase  al respecto en el Boletín Temple nuestro trabajo ya citado). La síntesis final sería la de una muy necesaria reforma completa de la corrupta Iglesia católica. Esta idea era muy cara a Dante y no cabe negarlo. En «Paraiso», XXVII, 22 yy ss., hace exclamar a San Pedro estas palabras que eximen de todo comentario:

«Quelli ch'usurpa in terra il luogo mio,
il luogo mio, il luogo mio, che vaca
nella presenza del Figliuol di Dio,
fatt'ha del cimitero mia cloaca
dal sangue e della puzza; onde'l perverso
che cadde di qua su, là giú si placa».

(«Aquél que en tierra me ha usurpado el sitio mío,
el sitio mío, el sitio mío, que ahora está vacante
en la presencia del divino Hijo,
en mi sepulcro ha hecho una cloaca
de sangre y pestilencia, en que el perverso
que desde aquí cayó se aplaca»).

Y esto se sitúa muy cerca de los motivos que impulsaban hacia la universalidad y unidad soñada por los Iniciados Templarios en materia religiosa. Sin embargo, las doctrinas de Joaquín de Fiore solo hacen a la religiosidad exotérica y a lo temporal. No tienen en sí nada de iniciáticas y es por ello que cabe perfectamente conjeturar que se trata en realidad de otra doctrina de igual nombre a la que la mencionada le puede servir como velo de ocultamiento. Esta doctrina necesariamente no puede ser otra que la de la Fede Santa o Fedeli d'Amore emanada directamente del Temple. En efecto, no se le conocen a Dante otras adhesiones o filiaciones esotéricas que ésta, la que, como es sabido, se convirtió en núcleo de la flor y nata tanto de la literatura italiana como de otros campos del pensamiento.  

La cuestión ya planteada antes es ardua: ¿Porqué Dante cita una y otra vez al profeta Mahoma y a los maestros espirituales del Islam sin mencionar sus nombres? ¿Qué promesa o juramento iniciático le impedía hacer tal mención de no haber otro motivo? Buena pregunta que sólo podemos intentar responder teniendo en cuenta la pertenencia de Dante a la Fede Santa o Fedeli d'Amore y el muy estrecho paralelismo de usos, y la vinculación estrecha de los caballeros templarios con algunas agrupaciones del Islam, en especial con los guerreros santos del Islam hashashins o «asesinos» ismailitas. La similitud entre el Temple y estos últimos va por cierto mucho más allá del blanco y el rojo usados en las vestimentas de ambas Ordenes por caballeros y rafiks (equivalente de aquéllos entre los hashashins). Lo notable es el paralelismo estructural entre Temple y hashashins, que obliga a pensar que Hugues de Payns se inspiró directamente en estos últimos al crear el Temple. El mismo número de grados en las estructuras respectivas acentúan esta similitud. Siguiendo a Hammer-Purgstall, David Annan (en Norman Mackenzie: Sociedades secretas, Alianza, Madrid, 1973) y C. E. Nowell (además de un resumen de J. F. Ferro), podemos presentar el siguiente cuadro comparativo donde la analogía se hace evidente. Resulta claro que ambas órdenes estuvieron en contacto en Siria antes de 1128.

 

TEMPLARIOS HASHASHINS
Maestre Sheik-al-Jebal (Señor de la Montaña)
Senescal Dais-al-Kebir (grandes emisarios)
Priores y comendadores Dais (nuncios religiosos y emisarios políticos)
Caballeros (frates milites)  Refiks (compañeros) 
Sargentos y escuderos (frates servientes) Fedayines (milicianos devotos)
Criados, artesanos y afiliados Lassiks (asilados, legos y sirvientes)
Aspirante Mumin (creyente)

 

Pero, desde luego, esto corresponde a la estructura externa o formal. Avanzando un paso más, tenemos el simbolismo de los colores de la sangre y la pureza, rojo y blanco. Roja la cruz en el manto blanco en el Temple, blanca la túnica con faja o cinturón y gorro rojos en los hashashins. 

Notablemente blanco y rojo son también los colores tanto de Conduiramour como de Beatriz, siendo la primera para Parsifal lo que es Beatriz para Dante. Naturalmente, hay que remitir aquí a la obra de Wolfram von Eschenbach... y recordar que la Tradición Iniciática es una y universal. Sin poder extendernos aquí demasiado al respecto, diremos que la opinión de los estudiosos del tema es que la doctrina de los más altos iniciados entre los hashashins era que las formas religiosas exteriores carecían en realidad de importancia (véase la obra bien conocida de J. H. Probst-Biraben Les Mystères des Templiers). Desde luego, todos los verdaderos iniciados en todos los tiempos y lugares han sostenido y sostienen exactamente lo mismo. Lo esencial era y es la doctrina esotérica, y se podía adoptar una forma religiosa exterior distinta sin variar en absoluto este punto. Incluso reprocharon los hashashins a los templarios sostener la errónea y perniciosa concepción trinitaria de Dios, que alejaba del Dios Uno. En suma, que la clave del VELTRO o «VangELo eTeRnO» templario hay que buscarlo en las doctrinas iniciáticas del Islam y en su conexión con los contenidos velados de la Divina Comedia. Ya lo dice el mismo Dante («Inferno», IX, 61-63). :

«O voi ch'avete li'ntelleti sani, mirate la dottrina
che s'asconde sotto 'l velame de li versi strani».

(«Oh, vosotros que tenéis la mente sana, mirad la doctrina
que se esconde bajo el velo de los versos extraños»).

Y todo indicaría que dentro de la Divina Comedia hay otro texto escondido de acuerdo a cierta clave. La cuestión es hallar esta clave.  

Esta línea de pensamiento es la que ha inspirado a Arthur Schult en su obra Dantes Divina Commedia als Zeugnis der Tempelritter-Esoterik. Este autor se centra en la Divina Comedia y La Vita Nuova para hallar claves del esoterismo templario pero su conocimiento de las doctrinas tradicionales es bastante superficial y a menudo resulta declamatorio en sus expresiones. De todos modos aporta más de una idea e información interesante y que vale la pena analizar.  

Y de ello surge de inmediato la cuestión de si la alquimia en el Temple designaba en realidad un proceso interior que nada tenía que ver con la transmutación de metales. Tal como están las cosas, esto parece lo más probable... En el Abraxas (o Abrax), deidad de origen gnóstico, claramente se distinguen las tres letras griegas I,A,O (Omega, ω). Son las tres letras claves en la disciplina espiritual recibida por Von Sebottendorf de los masones turcos. En los Estatutos Secretos que conocemos se mencionan además los talismanes. Cabe bien conjeturar si no serían en realidad gemas del tipo de las gnósticas, recordatorias de la disciplina en cuestión. 

Vale la pena decir algo más al respecto. René Guénon en Aperçus sur l’Ésotérisme chrétien, 1977, p. 65 y 81, menciona repetidamente que Francesco da Barberino en su Tractatus Amoris se hizo representar él mismo en actitud de adoración frente a la letra I. No olvidemos que Da Barberino fue miembro iniciado de los Fedeli d'Amore, al igual que Dante, Bocaccio y otros grandes de la época.  



Abraxas (o Abrax).

Precisamente es Dante quién menciona en la Divina Comedia, Paraíso, XXVI, 133, que la letra I fue el primer nombre de Dios.

«Pria ch’io scendessi all’infernale ambascia,  
I s’appellava in terra il Sommo Bene  
Onde vien le letizia che mi fascia.»

(«Antes de descender al duro infierno,
I se llamaba en tierra el Bien Supremo
fuente del éxtasis que me envuelve»)    

Siguiendo el punto de vista de Schult que encontramos en Dante, estas alusiones a disciplinas espirituales hoy perdidas u olvidadas en Occidente aparecen también en la famosa obra de Von Sebottendorf. De destacar esto se ha ocupado Guénon (op.cit.), y remitimos además a nuestro postfacio a la obra de Von Sebottendorf. No nos olvidemos que esta disciplina se refiere directamente a las sílabas místicas intraducibles que aparecen al comienzo de los capítulos del Corán y que fueron transmitidas según la tradición islámica por el profeta Mahoma a sus seguidores más íntimos y cercanos.
 
Es difícil creer que esto sea solo una coincidencia o hallar siquiera un conato de explicación diferente al propuesto aquí, y así se aclararía completamente su mención en los Estatutos Secretos. Se trataría con la más alta probabilidad de otra alusión velada, esta vez referente a una disciplina de alquimia interior similar a la que describe Von Sebottendorf.

La cuestión ya largamente conocida y discutida de si Dante halló una fuente de inspiración en la escatología musulmana resulta aquí de interés secundario. Es menester remitir al lector que se interese a la obra colosal de Asín Palacios (op.cit.), la que contiene abundante bibliografía. El tema que sí nos concierne es todo aquello que hace a contenidos doctrinales velados en las obras dantescas, provengan ya del Islam ya de otras fuentes. Y es aquí donde queda la mayor parte de la tarea por realizar, nada simple por cierto. Nos proponemos retornar a este asunto en futuros trabajos.

 


Este número monográfico del Boletín Temple se publicó el día 3 de enero de 2001 (Annum Templi DCCCLXXXIII), lo cual supuso que por primera vez en Internet se divulgasen los Estatutos secretos de Roncelinus.


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