Un poco de historia:

Seguramente esta población tomó su nombre del rio Corb que, no lejos de allí, funde sus aguas con el Segre.

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Ya en época romana hallamos referencias a este lugar, en escritos del propio Julio César, haciendo referencia a la batalla de Ilerda en la guerra civil contra Pompeyo.

Actualmente se están realizando prospecciones en varios puntos del término municipal, destacando el sitio llamado "Tossal del Moro". Además de en este punto en concreto se han hallado restos de construcciones industriales tales como molinos de aceite, establos, almacenes, dos hornos, herrerías, etc...todo ello dedicado a explotar la principal riqueza de la zona, la agricultura.

La población actual creció alrededor del castillo de origen musulmán que corona el terreno sobre la confluencia de los rios Noguera Ribagorzana y Segre. Esta construcción militar era una de las que componían la línea de defensa de la ciudad de Lleida. Fue plaza importante y se vertió mucha sangre en su conquista y dominio.

La primera referencia histórica que existe del castillo de Corbins es del s. X, por el Geógrafo al-Razi, en la cual menciona el castillo de Caravina como uno de los más importantes del término de Lleida.

Entre los s.IX y X se lleva a cabo la restauración del distrito de Lleida, llevada a la práctica por los Banu Casi de Lleida. No se conserva el texto original en árabe si bien el citado geógrafo lo llama "hisn" que significa fortificación. Sin embargo ya en el s. XII, Ibn Galib habla de "madina", lo que da a entender que se trata ya de una ciudad asociada a la fortificación.

Tal y como cuentan las crónicas, después de la caída de Balaguer y al irse reduciendo el cerco alrededor de la Lleida sarracena, la presión y mantenimiento de las plazas fuertes como la de Corbins era de suma importancia. En el año 1122 el conde Ermengol IV d’Urgell conquistaba Albesa a solo diecisiete quilómetros de Lleida. En 1117 habia caido Corbins por primera vez en manos de Ramón Berenguer III.

Dada su situación en el punto de unión de dos rios y otero, como es, de gran parte del territorio, suponía un peligro para la seguridad de Lleida. Conscientes de esto los musulmanes atacaron Corbins con un poderoso ejercito almorávide que barrió a las huestes cristianas del lugar, así en 1126 cambió de nuevo la propiedad del sitio. Las crónicas árabes comentan de pasada esta reconquista, pero hacen especial hincapié en que los almorávides cayeron como una avalancha sobre el ejercito catalán.

No obstante esta pérdida, según opinión de historiadores como Jerónimo Zurita, fue beneficiosa para el bando catalán ya que puso de manifiesto las discordias entre los propios reyes cristianos. Efectivamente entre Alfonso el Batallador y el Conde de Barcelona hubo sus mas y sus menos en cuanto a la posesión y/o derecho de conquista en estas tierras. Para finar este litigio se celebró un "tornio" en marzo de 1123. Parece ser que el resultado fue favorable al rey aragonés, aunque nunca llegó ha hacerlo efectivo del todo. La intercesión de prelados y consejeros prudentes en ambos bandos consiguieron limar asperezas. De hecho los dos reyes compartieron durante algunos años la administración de Lleida. Alfonso el Batallador partió enseguida hacia Andalucía, demostrando no temer nada de las gentes del Conde de Barcelona, y años mas tarde volvió para poner sitio a Fraga y a Mequinenza sin que hubiera ninguna protesta por parte de los catalanes. De ahí que se deduzca habían aprendido la lección sobre quien era el enemigo común al que convenía combatir al unísono.

Los templarios adquirieron propiedades en este lugar por el acuerdo con Ramón Berenguer IV del 27 de noviembre de 1143, en que cedía a estos sus derechos sobre varios castillos (Xalamera, Barberà, Remolins...), así como de todo lo que llegaría a poseer en el castillo de Corbins, "cum Deus illut michi dignatus fuerit reddere".

Esta escritura es mucho más importante de lo que pueda parecer en la historia del Temple en tierras de la Corona de Aragón. Por ella, el Conde de Barcelona, cedía todo el diezmo de sus estados y territorios que conquistase en adelante y una pensión de mil "sous" a Zaragoza.

Con esta donación y convenio la orden Templaria se instaló definitivamente en los pueblos de Cataluña y Aragón, obtuvo posicionamiento oficial y se convirtió en uno de los factores del movimiento militar y político de la época. Al acto acudieron personajes de la talla de Everart Maestre de la Galia, Pere de Rovera Maestre de Provença, Ot de Sant-Omer, Uch de Bezanís, Pere d’Arzac, B. De Ceguirole y Arnal de Forcia. Todos ellos convocados por el Conde de Barcelona y presididos por el cardenal Guim, legado apostólico.

Parece ser que antes incluso de la conquista del Corbins, mientras el lugar aún estaba en poder sarraceno, ya existía una pequeña comunidad en el sitio. Un documento cita que en 1148 García Ortiç de Saragossa fue monje de ese castillo durante un año.

Cuando la conquista se llevó a cabo, durante la campaña del Segriá 1147-1149, y en cuanto la encomienda de Gardeny (Lleida) estuvo activa, la comunidad de Corbins pasó a depender de esta primera. De manera intermitente y durante los primeros tiempos Corbins estuvo bajo la tutela de Gardeny unas veces, o tuvo comendador propio otras. No es hasta 1167 cuando encontramos comendadores con solución de continuidad.

Muchas donaciones recibió la Orden de los nobles de la zona, especialmente de la casa de Anglesola y de los condes d’Urgell. A partir de 1161 la orden del Temple compra a Ponç de Santafè y a Bernat d’Anglesola muchas tierras en Corbins, ésta última familia fue la gran benefactora del Temple en la zona.

Tuvieron propiedades en Torrelameu, Vilanova de la Barca, y Alcoletge, además de en el propio Corbins.

En el año 1156 el Papa Adriano IV dicta una bula confirmando la pertenencia al Temple de los castillos de Monzón, Mongay, Zalamera, Remolins y Corbins, así como todos los demás bienes concedidos por el Conde de Barcelona.

Especial interés parece haber tenido para los Templarios esta población, ya que pusieron mucho empeño en favorecer el desarrollo económico del lugar. Ello se deduce del hecho de que concedieron a sus habitantes una carta de franquicia en el año 1212, y consiguieron del rey Pedro I el privilegio de celebrar mercado los miércoles, y una feria anual de ocho días a mediados de agosto. Agricultura, ganadería y la explotación hidráulica de los molinos fueron la base de la riqueza de la encomienda.

La Orden controlaba gran parte de los huertos del término municipal de Corbins y de otros como son Torrelameu y Alcoletge. Hay constancia sobre esto con documentación del 1250 sobre las explotaciones de la torre y las propiedades de Carnatiam (Sant Julià de la Carnassa) en Alcoletge.

Dispusieron la manera de sacar la mayor producción posible a sus tierras poniéndolas a censo o aparcería. En octubre de 1150 el conde Ermengol les donó una presa a fin de que no faltara el riego en la zona. La administración juiciosa de estos recursos convirtió a la huerta de Corbins en una de las más fructíferas. Los molinos de Anglesola fueron construidos a partir del año 1181 cuando se les permitió la ubicación y explotación en dicho lugar.

Para finales del s. XIII, la encomienda tenía un patrimonio considerable, con explotación agrícola y ganadera, siendo sin embargo lo más destacable su industria hidráulica.

Una clara señal de este potencial, riqueza y autonomía es el hecho de que hacia finales del siglo XII construyeron una barcaza que comunicaba ambas márgenes del Segre. Así mejoraban las comunicaciones con Balaguer y Lleida, y procedían a colonizar el margen contrario del rio aumentando la superficie cultivable. Cerca de esta barcaza fundaron la que es la actual población de Vilanova de la Barca.

La presencia de la encomienda templaria, creó graves enfrentamientos con la parroquia de Sant Jaume de Corbins, concedida por Ramón Berenguer IV al obispo de Lleida a mediados el s. XII. Consta que en el año 1264 hubieron serias discusiones que tuvieron que solucionar el obispo de Zaragoza y el abad de Poblet, quienes reconocieron que el temple tenía el derecho a percibir ciertos beneficios de las iglesias del castillo y del término municipal de Corbins, entre los que se encontraba el oratorio de la cercana Torre de la Mesó (no localizada aún). Se llegó a una primera concordia en el mismo año, pero tuvo que redactarse otra en 1272. Según Miret en esta última el obispo cedió integramente la iglesia de Sant Jaume junto con sus diezmos y demás prebendas, con la sola condición de que el vicario que fuera designado por los Templarios debía ser previamente presentado al prelado.

Según la crónica del rey Jaume I en el año 1275 se reunieron en el castillo el futuro rey Pere II y varios nobles como Ramón de Cardona y los condes de Empuries y Pallars.

Al liquidarse la Orden del Temple pasó a manos Hospitalarias, los cuales mantuvieron comendador en ella hasta 1501. A partir de este momento sus beneficios revirtieron directamente al Gran Prior de Cataluña, junto con las de las encomiendas de Barberá, Gardeny, y Cases Antigues de Lleida, ya que los fondos con los que contaba el Gran Prior estaban muy menguados.

 

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