Santuarios y Catedrales

 

Piedras Santas, Energías y Lugares de Poder

 

Desde la Prehistoria al Siglo de Oro

 

* * *

El nombre España tiene su origen en el siglo III a. de. C., cuando las legiones romanas ocuparon una península habitada por diversos pueblos y colonizada por otros, uno de los cuales, los Íberos, le dan su primer nombre conocido: Iberia. Hispania o “Tierra de conejos” por su abundancia fue su denominación a partir de entonces, acompañada de diversos topónimos correspondientes a la división territorial establecida desde Roma: citerior y ulterior.


Tanto los autóctonos como los que fueron llegando después, fueron los que utilizaron y consagraron una innumerable y abrumadora cantidad de lugares como sagrados en los que, de un modo u otro, dejaron sus huellas.

Muchos de estos –casi la mayoría– suelen estar en cualquier lugar del mundo donde abunden las rocas, sin importar su tipo o, incluso donde conviven varios (principalmente caliza, granito, arenisca, pizarras y conglomerados). En ocasiones, en ellos y en su entorno cercano, está presente el agua (en manantiales, fuentes, ríos, lagos, tierras pantanosas o el mismo mar), al que se atribuye propiedades salutíferas, mágicas o, simplemente son lugar donde se desarrollan las más fantásticas leyendas.


En el pasado más remoto, los sacerdotes utilizaron las extraordinarias capacidades de algunos miembros de sus tribus para consultar a sus dioses cuál era el lugar más idóneo para construir sus santuarios. Éstos, poniéndose en contacto con ellos mediante danzas rituales y cantos sagrados acompañados de la ingesta de sustancias alucinógenas, decidían cuál era el sitio indicado. Desde entonces, una serie de personajes de especial sensibilidad o forzada ésta mediante cualquier procedimiento han sido capaces de hacer lo mismo y, curiosamente, han decidido que los lugares adecuados coincidían con los hallados por sus predecesores. A partir de este momento, las distintas religiones han adaptado el carácter sagrado de esos lugares en función de sus creencias e intereses. Así nos encontramos con que debajo de muchas iglesias y catedrales hay un dolmen, un menhir o cualquier otro tipo de tierra sagrada, como una antigua necrópolis. Invariablemente cada nuevo ocupante ha tratado de borrar las huellas que dejaron los cultos anteriores, con lo que estos fueron quedando en el olvido.


Hoy sabemos, gracias a la Geobiología, que existen muchos sitios donde las energías sutiles que brotan del interior de la Madre Tierra –tectónica, magnética, etc.– interaccionan con los seres vivos tanto como las que proceden del universo –rayos infrarrojos, ultravioleta, gravedad, etc. –. En estos lugares descubiertos por los “especialistas”, donde la energía se manifiesta, amplifica y acumula gracias a las construcciones sagradas, podemos experimentar la sensación íntima de cómo nos impregna y ayuda en nuestro camino hacia el autoconocimiento y crecimiento espiritual.


En los últimos años se utiliza para designarlos el término Lugares de Poder, que hace referencia a un concepto comprensible relacionado con la experimentación de la propia debilidad y pequeñez ante la formidable influencia que ejerce sobre nosotros lo desconocido. Es el gran misterio de la vida que siempre plantea las mismas preguntas: ¿qué sentido tiene vivir?; la vida ¿es dirigida por un plan? Las respuestas nos desvelarían si algo de nosotros trasciende tras el inevitable trance de la muerte física.


Vamos a recorrer una ruta que pasa por siete de estos lugares. Sitios, unos cercanos y conocidos para mucha gente, que veremos con nuevos ojos, buscando las huellas que la historia ha olvidado, y otros menos. En ellos las claves misteriosas nos pasan desapercibidas, ocultas entre un gran tesoro de fascinantes bellezas artísticas, históricas, arquitectónicas o paisajísticas.


Buen viaje y, escuchemos atentamente la voz de las piedras, que nos cuentan miles de cosas nos paramos un rato ante ellas y les pedimos que nos comuniquen su secreto.

 

Juan Ignacio Cuesta



Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

El

Monasterio

del Escorial

 

una réplica del

 

 

Templo de Salomón

 

 

En el centro de España, al pie del pico Abantos, un monte sagrado de la sierra del Guadarrama, está uno de los monumentos más sorprendentes nacidos de la inspiración y la voluntad humana: el Monasterio de El Escorial. La idea de su construcción es de Carlos V, quien ordenó a su hijo realizarla. Sin embargo, la implicación personal de un monarca cuya personalidad nos es desconocida en muchos aspectos, su apuesta personal por realizar una obra que fuera compendio de todos cuantos saberes se habían alcanzado hasta el momento, y el emplazamiento elegido hace que este edificio sea un auténtico Lugar de Poder. Es el panteón de la Familia Real española y en su interior podemos ver las obras más impresionantes de grandes pintores y escultores de la época; alberga más de 13.000 reliquias y una biblioteca única en el mundo. Los expertos afirman que es una réplica del antiguo Templo de Salomón. Al entrar en el patio que da acceso a la Basílica, el Rey Sabio nos hace un guiño desde su pedestal de piedra, acompañado de otros profetas y monarcas del pueblo de Israel.

 

"... mandó buscar sitio conveniente para la grandeza que en su real pecho tenía concebida, poniendo en ello hombres sabios filósofos y arquitectos y canteros experimentados en el arte de edificar, para examinar en el dicho sitio la sanidad, la abundancia de aguas y aires y los pastos naturales del sitio, conforme a la doctrina de Vitrubio,... anduvieron por muchas partes, especialmente por el Real de Manzanares, andando por los valles, altos y llanos de una parte a otra, y no hallaron cosa que les contentase. Después vinieron al lugar de la Fresneda... desde la Alberquilla volvieron el rostro hacia el norte, y se fueron por la raíz del monte donde hallaron una muy principal fuente que tenía dos veneros que se llamaba la fuente de Blasco Sancho, junto a un cerrito donde pasa el camino que va a San Juan de Malagón, hermita bien conoscida de toda la tierra, y hallaron el puesto cual ellos buscaban en las condiciones y cualidades necesarias."

(Fray José de Sigüenza. Fundación del Monasterio de El Escorial por Felipe II.)

 

Su Biblioteca, la segunda más importante del mundo antiguo tras la del Vaticano, creada por el heterodoxo Benito Arias Montano, tiene libros tan importantes como las Cantigas a Santa María, El Lapidario y El Libro de los Juegos, de Alfonso X, procedentes de la Cámara Regia de los Reyes de Castilla; las misteriosas obras de otro heterodoxo, Raimundo Lulio; 139 libros prohibidos por la Inquisición; 206 donados por Montano, incluyendo 72 manuscritos hebreos –10.000 volúmenes aproximadamente. Le ayudó Fray Juan de San Jerónimo y el padre José de Sigüenza, luego nombrado bibliotecario. En 1609 se incorporaron 4.000 manuscritos árabes pertenecientes al Sultán Muley Zidán, capturados por Pedro de Lara en las costas de Berbería. Casi 4.000 se quemaron en 1671, muchos otros fueron víctimas de la invasión napoleónica y la guerra civil. Hoy día se conservan varios de incalculable valor, como los códices mozárabes Albendense y Emilianense, del siglo X; los Comentarios de San Beato de Liébana al Apocalipsis de San Juan, del siglo XI, una de las más grandes maravillas miniadas, cuyo simbolismo aún permanece oculto; la Crónica Troyana, que fue de Pedro I el Cruel. Renacentistas son el Códice Virgiliano o Eneida. El Libro de los Dibujos, del siglo XVI, escrito por Francisco de Holanda; el Códice Aúreo –Evangelios–, iluminado en el siglo XI en el Monasterio de Reichenau, Alemania; el Apocalipsis, del siglo XIII y muchos Libros de Horas, así como los Códices Bizantinos, manuscritos árabes y un Corán decorado que perteneció a Muley Zidán.

Silla de Felipe II

La Silla de Felipe II

 

un altar de sacrificios humanos vetón en un

 

Bosque Mágico

 

 

 

La conocida oficial y popularmente como Silla de Felipe II, es un santuario pétreo sobre un promontorio. Desde allí hay una magnífica vista del Monasterio. Supuestamente sirvieron a Felipe II para vigilar las obras. No tenemos documentos, pero sí existe una peña en otro lugar donde una placa lo afirma. La arqueóloga y profesora de la Universidad Autónoma, doña Alicia María Cantó, con una argumentación convincente, nos explica que posiblemente la Silla sea un altar de sacrificios humanos del pueblo celta prerromano conocido como Vetones –los mismos que esculpieron los verracos llamados Toros de Guisando–. Cerca hay dos recintos muy semejantes con material labrado y reutilizado desde la antigüedad. Inquieta la presencia en medio del conjunto de una piedra caballera con forma de corazón o cara de diablo. Según ella hay sitios semejantes bien estudiados: el Raso de Candeleda –Ávila–, Ulaca (Solosancho) o Panóias (Vila Real, Portugal, investigado por el profesor Géza Alföldy).


Su teoría es reveladora. Aquellos pueblos tenían una visión subjetiva de la naturaleza, lejos de las modernas interpretaciones geológicas. Para ellos toda forma sugerente se convertía en señal y símbolo de las fuerzas superiores. Dioses y diablos se encarnaban en las formas con las que se esculpía la piedra a base de agua y aire. Fue fácil para ellos sacralizarlas e incorporarlas a su mundo de creencias. En este caso se trataría del Marte céltico –Teutates, dios de la guerra–. La hipótesis se abona con la presencia cercana de dos aras romanas consagradas, una a Mars y la otra a Mars Magnus.


Lo mismo sucedería en los cerros llamados El Fraile y Las Machotas con la conocida como Calzada de los Gigantes según el escurialense Antonio Cobeñas. Allí, presididas por una formación picuda que parece un monje orando, hay más de mil piedras caballeras. Muchas son representaciones casi perfectas –una tortuga, un camello. Otro paraje es conocido como La Patada del Diablo.


También, aparte de una calzada romana, se han descubierto recientemente en la zona los restos de un dolmen megalítico de entre cuatro y siete mil años. Incluso algunas lajas de esta tumba-santuario, habrían sido reutilizadas en la fábrica del propio Monasterio. Serían portadoras del sentido sacro que tenían en la antigüedad las piedras protectoras del último sueño de los hombres.


La primera referencia literaria de la que disponemos es de 1350, el Libro de la Montería, de Alfonso XI. En él se habla de lugar como Cabeza de la Ferrería, zona boscosa rica en ciervos y osos. Posteriormente estos montes fueron conocidos como los Ermitaños, debido a la abundancia de ellos que habitaban sus cuevas y oquedades. La historia de un pueblo medieval, la Ferrería de Fuentelámparas, apunta a que en aquellos bosques oscuros y profundos –Escuriales, por escuros–, hubo una aparición mariana aunque sin documentos (posiblemente la “Virgen” lleva apareciéndose en aquel lugar miles de años, lo que permite pensar en algún tipo de fenómeno que se interpreta según la época y las creencias de cada pueblo). Sí sabemos que los antiguos habitantes de aquella aldea hoy El Castañar–, trabajadores del hierro, realizaban un rito consistente en subir a la fuente conocida como de La Reina, para colocar a su alrededor lámparas encendidas. ¿Con qué fin se realizaba, cómo era y qué se festejaba o recordaba? Años después, una peste de la que no les protegió la Virgen diezmó a sus habitantes y abandonaron el pueblo camino a un lugar cercano al actual Monasterio.


Existen en estos bosques llenos de plantas mágicas –muchas portadoras de alcaloides– siete manantiales que manan por sendas fuentes cargadas de símbolos universales que luego fueron adoptados por los Masones (pirámides, triángulos, esferas, atrios, etc.).

Capilla de Mosén Rubí de Bracamonte

La Capilla de Mosén Rubí de Bracamonte

 

en la mística Ávila, la primera

 

Logia Masónica

 

Ávila de los Caballeros, –la Obila celtibérica– cuna de Santa Teresa, la ciudad “mejor amurallada”. Pocos sitios tienen el privilegio de ser lugar de nacimiento en el Siglo de Oro de una de las figuras cumbres de la mística occidental. Junto a otro abulense nacido en Fontiveros, San Juan de la Cruz, constituyen el estadio final de un proceso de incorporación paulatina de numerosos elementos del misticismo y la ascética oriental. Tres vías sirvieron para que occidente retomara el contacto perdido tiempo atrás con las viejas sabidurías nacidas y conservadas desde tiempos inmemoriales en las montañas y desiertos asiáticos y norteafricanos. La primera fue consecuencia de la Reconquista (fluyeron los conocimientos entre ambos bandos, sobre todo de Sur a Norte). Posteriormente las Cruzadas abrieron un larguísimo camino que prácticamente iba de Extremo Oriente a Santiago de Compostela; a través de la Ruta de la Seda hasta Tierra Santa, donde fueron asimiladas y transformadas; luego hasta encontrarse de nuevo con sus raíces, afianzadas ya en los reinos hispanos gracias a la influencia de la Escuela de Traductores de Toledo. Finalmente el comercio, impulsado sobre todo por mercaderes venecianos, dio lugar a una red formada por múltiples rutas de intercambio cultural.


Es una ciudad monumental donde las Murallas, contruídas por Raiumundo de Borgoña entre 1085 y 1099 –reinando Alfonso VI–, lo presiden todo. Incluso opacan algo a su Catedral, que encastra en ellas el ábside de su capilla mayor. Iniciada en 1160 sobre un santuario anterior, por sus almenas parece una fortaleza de estilo románico. Se la considera la primera catedral gótica española gracias a la corrección de los planos primitivos realizada por el arquitecto Fruchel. La portada más antigua es la del siglo XIII. Posteriormente es reformada por Juan Guas quien realiza otra, la occidental, enmarcada por dos torres y protegida por dos terroríficos diablos escamosos y armados. Su esbeltez interior no esta exenta de una gran sobriedad, que contrasta con el Transcoro plateresco realizado por Juan Rodríguez y Lucas Giraldo. Un Cristo que “flota” en una atmósfera misteriosa, como luz zodiacal derramándose desde las estilizadas vidrieras, nos mira desde la altura y nos reconforta.


Junto a las Murallas está la Basílica de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, construida sobre las tumbas de los tres hermanos, martirizados en tiempos de Diocleciano. Es un soberbio edificio románico cuajado de simbolismo. Sobre él cuentan muchas leyendas, como la que nos relata que se construyó con el capital de un judío que intentó profanar las tumbas de los tres santos y le atacó una serpiente –un cuento de claro contenido esotérico–. Fue Basílica juradera, o sea, donde se probaba la verdad jurando sobre unos Santos Evangelios puestos en el interior del sepulcro.


Pero el lugar más misterioso, donde la Iglesia se ha empleado más a fondo en intentar negar su verdadera entidad es la Capilla de Mosén Rubí de Bracamonte o Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. Flanqueado por un jardín recoleto se eleva un edificio de planta dodecagonal extraño, atípico. En él y en los edificios colindantes encontramos muchos escudos repletos de signos relacionados con la masonería, la cábala y la alquimia. En la plaza que llega hasta las murallas, donde se abre la Puerta del Almirante, podemos ver una cruz cuyo pie son tres rosas, otro símbolo que nos pone tras la clave de un enigma relacionado con sociedades secretas de constructores, herederas de los del Templo de Salomón. Figura en la Guía de los Recintos Sagrados Españoles, de Juan García Atienza.


El recinto amurallado tiene varios palacios, en uno de ellos –cuentan– vive un fantasma, el del Torreón de Oñate. En nuestro alojamiento, Palacio de los Velada, pueden apreciarse, casi imperceptibles, signos también relacionado con quienes levantaron la Capilla de Mosén Rubí.

Santuario de la Virgen del Cubillo

El Santuario de la Virgen del Cubillo

 

exvotos,

 

Intermediarios

Ante Dios

 

Aldeavieja es un pueblo pequeño de donde parte la carretera que conduce al evitado Puerto de la Cruz de Hierro, un páramo desolado y frío, lugar preferido por aventureros solitarios para practicar el parapente. A la izquierda de la carretera se distingue perfectamente una iglesia habilitada como museo que se recorta contra la línea del horizonte. A la derecha grandes montones de áridos oscuros que una empresa minera extrae de su suelo indican el camino que hay que seguir.


Es una tierra desconocida para casi todo el mundo. Los cerros donde hoy giran sin pausa molinos encargados de robarle su energía a Eolo, son castigado desde antiguo por innumerables rayos que, cuando saltan, iluminan un paisaje desolado, casi lunar. Precisamente un rayo fue el responsable de la presencia en el llano del Santuario de la Virgen del Cubillo, lugar de peregrinación de miles de romeros que acuden a finales del verano para ofrecer sus exvotos en busca de muy diversas cosas: salud, suerte en el matrimonio, misericordia para que los que ya marcharon de este valle de lágrimas alcancen paraíso anunciado por Jesús de Nazaret.


Corría el mes de mayo de 1454 cuando un pastor que conducía su rebaño fue alcanzado por un potente chispazo que milagrosamente respetó su vida. Inmediatamente, en un árbol cercano de una de cuyas ramas colgaba un cubo, se le apareció la Virgen. Cuando desapareció, la huella de sus pies quedó marcada en la corteza del árbol. En el suelo del santuario puede verse bajo un cristal un resto de aquel tronco santificado por tan nobles pies.


Tanto el entorno como la iglesia tienen el gran interés que suscita cualquier lugar sagrado. Son muchos los que vienen aquí a depositar una ofrenda, en espera de obtener a cambio los favores solicitados a los entes espirituales superiores.

Buena prueba de ello es la gran cantidad de los que se acumulan en una sencilla habitación superior sin luz eléctrica. Sus paredes están cubiertas de todo tipo de objetos, ya mágicos, tanto por el poder que les otorgamos, como el poder de sus destinatarios. Miembros de cera, fotografías, trajes de comunión, pero sobre todo, una impresionante colección de trajes de novia que va engrosándose cada año. Algunos de ellos han tenido que ser mandados recientemente a países pobres, donde se utilizan de nuevo. Los que quedan flotan en el aire como espectros, movidos por la fría brisa que se cuela por dos sencillas ventanas sin cristales, única iluminación de este inquietante cuarto.

Exvotos

Son objetos de poder que nosotros mismos creamos con nuestra fe.


Iglesia de la Vera Cruz de Segovia

La Iglesia de la Vera Cruz

 

una iglesia templaria inspirada en el

 

Santo Sepulcro

de Jerusalén

 

Segovia es un muestrario donde se puede encontrar de todo y de cualquier época. Empezando por un triunfo tecnológico de los ingenieros civiles romanos: el Acueducto. Los Vacceos eligieron un promontorio pétreo idóneo para instalar una fortificación prácticamente inexpugnable. Los colonizadores romanos le dotaron de un efectivo suministro de agua mediante esta obra que aún funciona y que está ahí, con sus 15 kilómetros (728 metros de arcos cruzan Segovia con 28,9 de altura en la Plaza del Azoguejo), con sus miles de piedras puestas sin argamasa. Un testigo del genio humano (aunque en los últimos cien años, debido a la contaminación, se ha deteriorado más que en los dos mil anteriores).


Subiendo por la calle Cervantes, lo primero que nos encontramos es la Casa de los Picos, con su decoración de mogotes en forma de diamante. Poco más arriba, en frente del Torreón de Lozoya, está la iglesia románica de San Martín con un bellísimo atrio sujeto por capiteles de alto contenido simbólico. Llegando a la Plaza Mayor nos sorprende la Catedral de Santa María, conocida como La Dama. Al igual que en Ávila veíamos la primera catedral gótica, ahora vemos la última. La construcción de este soberbio edificio empezó en 1525, sustituyendo a la románica que estaba en los actuales jardines del Alcázar (fue quemada en 1520, durante la Guerra de las Comunidades y muchos de sus materiales fueron reutilizados en la nueva). Su arquitecto fue Juan Gil de Hontañón que, como sucede en tantos edificios sagrados, la orientó al oeste para que el interior fuera un testigo de excepción de cada ocaso. El Cancionero de la Catedral de Segovia consta de 204 piezas de diversos autores de aquella época. Como en todos estos edificios, piedra, luz y sonido se juntan para convertirse en un poderoso amplificador y acumulador de las energías sutiles que brotan de en esta tierra. Tierra donde vivió el masón Antonio Machado, miembro de la Logia Mantua. Camino del Alcázar puede visitarse su Casa-Museo.


Pero son tantos los sitios interesantes de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad (al igual que Ávila) que, entre ellos, parece difuminarse el Lugar de Poder más importante de todos, la iglesia de la Vera Cruz –por su lignum crucis, venerado durante siglos, fundada por la Orden del Temple en el siglo XII, camino de Zamarramala. Es el edificio mejor conservado de estas características de Europa. Una nave circular rodea el edículo central. Sus paredes exteriormente forman un polígono de doce lados. El precedente son los baptisterios romanos, que luego inspiraría muchas de las edificaciones que los cruzados levantaron en Tierra Santa. Puede estar perfectamente inspirada en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, o también en la Cúpula de la RocaMezquita de Al-Aqsa, lugar santo para judíos, cristianos y musulmanes–. Algunos expertos piensan que la obra fue realizada por la Orden del Santo Sepulcro, pero las marcas de cantero exteriores, así como la presencia de tumbas antropomorfas alrededor del edificio suscitan dudas sobre este punto. Actualmente sus administradores son la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, que celebra varias veces al año ritos en su interior como en Viernes Santo, cuando los caballeros, vestidos con sus hábitos negros, van en procesión camino de Zamarramala iluminados únicamente con velas.


Su misterioso edículo, con una acústica impresionante, servía seguramente para que los caballeros velaran las armas. Un edificio donde el misterio es aún capaz de asaltar al visitante.

Acuarela de San Frutos

El Priorato de San Frutos del Duratón

 

y

 

La Cueva de los

Siete Altares


San Frutos, patrón de Segovia, hijo del toledano Lucio Decio Fructo, nació en el año 642. Sus hermanos fueron Valentín y Engracia. Desde un primer momento mostraron una clara vocación por la vida ascética. Frutos, decidido a abandonar la vida mundana, recorrió todas las tierras aledañas a la Sierra de Guadarrama en busca de un lugar adecuado para retirarse junto a sus hermanos. Es tierra esta muy horadada por multitud de cuevas propias de los terrenos calizos. Una de ellas, junto al río Duratón, era utilizada como iglesia rupestre alrededor de la cual existía un cenobio, no muy lejos del convento benedictino de Nuestra Señora de los Ángeles (el ruinoso y romántico Convento de la Hoz desde que la desamortización de Mendizábal le condenara a una destrucción absurda e inútil).


Hacia allí encaminó sus pasos, llegando a la actual Cueva de los Siete Altares, un lugar que le fascinó cuando pudo apreciar su carácter sagrado tocando sus paredes y sintiendo el rumor de la tierra recorrerle de la cabeza los pies. Decidido que aquella zona era la ideal para su propósito comenzó a buscar, hasta que encontró un espolón que se adentraba en los profundos cañones del río, repletos de aves rapaces que cruzaban de parte a parte con su vuelo tan majestuoso como poco ruidoso.


Una vez decidido el sitio, fue a buscar a sus hermanos. Así nació el Priorato de San Frutos, actualmente dependiente del monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos, la universidad española del Canto Gregoriano. En principio no fue sino una pequeña cabaña en lo más alto, con un altarcillo donde los tres hermanos celebraban la Eucaristía diariamente. Engracia se instaló en una celda formada por una oquedad natural tapada con una pequeña tapia cerca del río –poco queda ya de ella gracias a los vándalos modernos–. Valentín lo hizo en medio del farallón, compartiendo las peñas con los grandes buitres –una piedra la destruyó hacia 1800–.


Cuenta la leyenda que, faltándole en este desierto el agua, tocó con su báculo en la peña, brotando milagrosamente la fuente que hoy mismo mana allí, dando unos 411 litros diarios, suficiente para regar un pequeño huerto, puesto que no se agota ni cuando aprieta la sequía Otra leyenda nos relata como, perseguidos por sarracenos, fueron a refugiarse allí gentes del lugar. Frutos se enfrentó a las huestes atacantes y golpeando con su báculo el suelo, se abrió una gran grieta por la que algunos soldados se precipitaron. Desde entonces, se la llama la Cuchillada, y se supera mediante un puente de piedra.


Frutos murió, y sus hermanos fueron decapitados, dando origen a un rito singular conocido como Las Mojadas de Caballar, consistente en que en los años de sequía, se sumergen las reliquias de las cabezas de los santos en la llamada Fuente Santa hasta que llueve, cosa que suele suceder. En otro pueblo segoviano, Maderuelo, se realizaba el mismo rito, pero esta vez con la cabeza de San Frutos. Sospechosamente todos estos ritos están relacionados de algún modo con el mito del Baphomet templario.


Son muchos los milagros atribuidos al santo, como por ejemplo el de la Mujer Despeñada, en 1225, que recuerda una inscripción en la pared, muy cerca de un pozo que, según García Atienza, es el habitual “pozo sagrado” presente en los santuarios donde es posible vivir experiencias trascendentes.


Tanto la Cueva de los Siete Altares, un antro que se introduce en la Madre Tierra, aprovechando su poder telúrico, como el Priorato, son Lugares de Poder absolutamente vigentes y efectivos. Al igual que en la Vera Cruz, el edificio está rodeado de tumbas antropomorfas cavadas en la roca. Hoy día, existe un pequeño cementerio en el lugar donde aún decide la gente descansar para siempre. Hasta los más insensibles perciben que “algo” cambia en ellos cuando visitan este imponente lugar.


Energías, piedras y Lugares de Poder

 

El término energía, referido al mundo físico es la capacidad que tiene cualquier sistema para realizar un trabajo. Es potencial cuando está en estado de latencia y dinámica cuando actúa. Todo el mundo ha tenido alguna experiencia de la electricidad -sentirla, observarla, utilizarla, almacenarla-. Es algo tangible, perceptible a simple vista. Pero si hablamos de la energía de una piedra, es más difícil imaginar cuál es su cualidad. Alguien empleará el adjetivo cinética si hablamos de movimiento, o de potencial, si nos referimos a su posible uso como combustible, supuesta su capacidad para servir a tal fin.


Sin embargo, todo esto no es sino un concepto restringido, dependiente lógicamente del punto de vista humano que, por necesidad está limitado a los 5 sentidos aceptados como “oficiales”. En realidad, si viajamos hasta su estructura microcósmica, una piedra, una gota de agua, cualquier cosa física, no es otra cosa que miríadas de partículas en permanente movimiento. Po tanto podemos afirmar sin caer en el error que TODO es energía. Y así para todos los objetos que existen, han existido o existirán.


Se confunden quienes niegan la influencia que, hasta el más pequeño elemento del universo, ejerce sobre todos los demás, por sutil o débil que sea. La experiencia directa en contacto con lo cotidiano ha demostrado al hombre desde sus estadios evolutivos más primitivos que muchos fluidos energéticos sutiles han sido capaces de determinar su destino, tanto en sentido positivo como negativo.


Muchos son los sitios por los que transcurre nuestra ruta donde se dan circunstancias singulares que permiten percibir estos fenómenos de modo inequívoco. Si atendemos a los descubrimientos de algunos doctores como Ernst Hartmann y Manfred Curry, en toda la Tierra existe una red tupida de líneas telúricamente activas en cuyas interseciones los flujos son más intensos y, por lo tanto, a lo largo del tiempo pueden influir en diversos aspectos de nuestra vida. De todos ellos vamos a fijar nuestra mirada en los siete que hemos ido conociendo a lo largo de este cuadernillo. Y vamos a detenernos con atención porque “curiosamente”, su poder fue descubierto mucho tiempo antes de que empezaran a realizar sus mediciones los modernos geobiólogos. La constatación de que allí pasaba “algo” distinto, capaz de inducir a la consciencia, la trascendencia o propiciar el favor de los superiores extrahumanos, llevó a santificarlos, precisamente en sus piedras. Desde entonces éstas han sido consideradas santas.


Un edificio creado para contener todos cuantos saberes había alcanzado el hombre hasta ese momento, muchos de ellos en una clave solo comprensible para ciertos iniciados; un santuario pre o, mejor, protohistórico, desde el que los hombres buscaban la fuerza que les permitiera tener éxito en la guerra o en la caza; una capilla atípica, misteriosa, llena de símbolos con los que se reconocían aquellos hombres que afirmaban ser los herederos de quienes construyeron extraordinarios edificios sagrados en la antigüedad -Palestina, Siria, Líbano, Grecia, Egipto,... sobre todo Egipto-; un lugar de peregrinación mariano donde los hombres buscan el amparo de una Virgen milagrosa; una iglesia dodecagonal cuyas paredes ocultaron -y ocultan hoy día- misterios rituales de iniciación de caballeros cuyas órdenes nacieron en tiempo de las Cruzadas; un cenobio medieval que, ahora mismo, sobrecoge a los más insensibles y, por último, una cueva transformada en santuario rupestre donde la edificación es a cargo de la propia naturaleza, que se manifiesta en su interior con una fuerza arrolladora.


Pero no sólo ellos; en su entorno, dos catedrales góticas; dos formidables organismos vivos, concebidos como una réplica del Paraíso, santificados por cientos de tumbas, capillas, y el rumor latente de todos los rezos, cantos y ceremonias que han ido quedando indelebles en sus paredes. Lugares, también de Poder, de arquitecturas inverosímiles, en cuyo interior, al decir de algunos, despierta la consciencia cuando se peregrina en su interior en busca del yo más íntimo y desconocido que habita nuestro interior. Ese desconocido que vive con nostros permanentemente, que nos habla, pero al que casi nunca escuchamos. La catedral gótica es una biblioteca en piedra cuajada de símbolos, “el refugio mágico de todos los infortunios”, como la definió un alquimista, Fulcanelli, en un libro imprescindible para quien quiera comprender, El Misterio de las Catedrales.

Disfruten de este viaje a algunos de los enigmas de la historia y del hombre. X

 

Juan Ignacio Cuesta Millán



Bibliografía

 

Santuarios y Catedrales, 5 y 6 de abril de 2003

 

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Prior, Agustín: Santo Domingo de la Calzada. Cofradía de Santo Domingo de la Calzada. Madrid, 1963.

Rey Bueno, Mar y otros, coordinados por Puerto, F. J.: Los Hijos de Hermes. Alquimia y espagiria en la terapéutica española moderna. Corona Borealis. Madrid, 2001.

Rey Bueno, Mar: Los Amantes del Arte Sagrado. Corona Borealis. Madrid, 2000.

Roob, Alexander: Alquimia & Mística. El museo hermético. Taschen. 1997.

Scott, Ernest: El Pueblo del Secreto. Sirio. Málaga. 1990.

Séde, Gerard de: El misterio de Rénnes-le-Château. Martínez Roca 1991. El oro de Rénnes. Plaza&Janés, 1976.

Sierra, Javier y Callejo, Jesús: La España Extraña. Edaf. Madrid, 1997.

Sierra, Javier: La Dama Azul. Martínez Roca. Barcelona, 1998. Las puertas templarias. Martínez Roca. Barcelona, 2000.

Upton Ward, J. M: El Código Templario. Texto íntegro de la Regla de la Ordel del Temple. Martínez Roca. Barcelona, 1999.

Vázquez Alonso, Mariano José: La leyenda del Grial. EDAF, 2002.

Vázquez Jiménez, Sebastián: El Tarot de los Dioses Egipcios. EDAF, 2002.

Westwood, Jennifer (coordinadora): Atlas de Lugares Misteriosos. Círculo de Lectores. Madrid, 1987.

Yanco, Aroni: El Escorial esotérico y hermético. Kaydeda. Madrid, 1992.



Revistas


Rubio, Daniel: "Una cuestión de consciencia". Revista GEA. Número 29. p. 18-26.

 

 

Webs


www.sepdeco.es/sepulveda/hoc02.htm

http://sapiens.ya.com/jrcuadra/tx-rey.htm

 

 

Temas musicales de la ruta

 

Anónimo Canto Sefardí, Antifonario mozárabe, Música arábigo-andaluza medieval

Beethoven, Ludwig von Sinfonía 6.ª. Pastoral (2. mov. Andante Molto Mosso)

Beliart, John Amour et fortune (Poême)

Cabezón, Antonio de De la Virgen que parió

Cámara de Compostela. G. Univers. Llibre Vermell: Stella splendens

Cherish the Ladies The Battle Of Aughrim, The Star Above The Garter, The Bergen

Cuesta, Juan Ignacio Transparente, Canto del Asón, Estalactitas de Fuentemolinos

Cunningham, Phill & Lunny, Mannus When the snow melts

DanAr Braz The Broken Prayer

Demby, Constance Sacred Space Music: Radiance

Douglas, Bill Hills of Glencar, Deep Peace, Return to Inishmore

Enzina, Juan del Pues que jamás olvidaros (Cancionero de la Catedral de Segovia)

Ethenhiritipá Cantos da tradiçâo Xavante

Guerrero, Francisco Niño Dios de Amor Herido

Hildegart Von Bingen O fredens virga – Gloria patri. Ave generosa

Luis de Vitoria, Tomás Ave Maria

Mascagni, Pietro Intermezzo de la Cavaleria Rusticana

Mertens, Wim Search Angels: Close Cover

Milladoiro Jacopus Magnus: ¿Onde vai aquel romeiro?

Mudarra, Alonso Fantasía que contrahaze la arpa a la manera de Ludovico.

Nightnoise In This Land

Orff, Carl Carmina Burana: Intrutina, Fortuna Imperatrix Mundi

Pérez Arroyo, Rafael La música del antiguo Egipto

Prada, Amancio Canciones del Alma (3 textos de San Juan de la Cruz)

Runaway Sunday Time has passed

Sacred Spirit Winter Ceremony (Tor-Cheney-Haha)

Torres Pardo, Miriam Haendel: Lascia ch’io pianga, Belle qui tiens ma vie

Vásquez, J. ¿Con qué la lavaré? (Cancionero del Duque de Calabria)

 

 

Web del autor: http://sapiens.ya.com/jicm