Santuarios y Catedrales
Piedras Santas, Energías y
Lugares de Poder
Desde
la Prehistoria al Siglo de Oro
* * *
Tanto los autóctonos como los que fueron llegando después, fueron los que utilizaron
y consagraron una innumerable y abrumadora cantidad de lugares como sagrados en
los que, de un modo u otro, dejaron sus huellas.
Muchos
de estos –casi la mayoría– suelen estar en cualquier lugar del mundo donde
abunden las rocas, sin importar su tipo o, incluso donde conviven varios
(principalmente caliza, granito, arenisca, pizarras y conglomerados). En
ocasiones, en ellos y en su entorno cercano, está presente el agua (en
manantiales, fuentes, ríos, lagos, tierras pantanosas o el mismo mar), al que
se atribuye propiedades salutíferas, mágicas o, simplemente son lugar donde se
desarrollan las más fantásticas leyendas.
En
el pasado más remoto, los sacerdotes utilizaron las extraordinarias capacidades
de algunos miembros de sus tribus para consultar a sus dioses cuál era el lugar
más idóneo para construir sus santuarios. Éstos, poniéndose en contacto con
ellos mediante danzas rituales y cantos sagrados acompañados de la ingesta de
sustancias alucinógenas, decidían cuál era el sitio indicado. Desde entonces,
una serie de personajes de especial sensibilidad o forzada ésta mediante
cualquier procedimiento han sido capaces de hacer lo mismo y, curiosamente, han
decidido que los lugares adecuados coincidían con los hallados por sus
predecesores. A partir de este momento, las distintas religiones han adaptado
el carácter sagrado de esos lugares en función de sus creencias e intereses.
Así nos encontramos con que debajo de muchas iglesias y catedrales hay un
dolmen, un menhir o cualquier otro tipo de tierra sagrada, como una antigua necrópolis.
Invariablemente cada nuevo ocupante ha tratado de borrar las huellas que
dejaron los cultos anteriores, con lo que estos fueron quedando en el olvido.
Hoy
sabemos, gracias a la Geobiología, que existen muchos sitios donde las energías
sutiles que brotan del interior de la Madre Tierra –tectónica, magnética, etc.–
interaccionan con los seres vivos tanto como las que proceden del universo
–rayos infrarrojos, ultravioleta, gravedad, etc. –. En estos lugares
descubiertos por los “especialistas”, donde la energía se manifiesta, amplifica
y acumula gracias a las construcciones sagradas, podemos experimentar la
sensación íntima de cómo nos impregna y ayuda en nuestro camino hacia el
autoconocimiento y crecimiento espiritual.
En
los últimos años se utiliza para designarlos el término Lugares de Poder, que hace referencia a un concepto comprensible relacionado
con la experimentación de la propia debilidad y pequeñez ante la formidable
influencia que ejerce sobre nosotros lo desconocido. Es el gran misterio de la
vida que siempre plantea las mismas preguntas: ¿qué sentido tiene vivir?; la
vida ¿es dirigida por un plan? Las respuestas nos desvelarían si algo de
nosotros trasciende tras el inevitable trance de la muerte física.
Vamos a recorrer una ruta que pasa por siete de estos lugares. Sitios, unos cercanos
y conocidos para mucha gente, que veremos con nuevos ojos, buscando las huellas
que la historia ha olvidado, y otros menos. En ellos las claves misteriosas nos
pasan desapercibidas, ocultas entre un gran tesoro de fascinantes bellezas
artísticas, históricas, arquitectónicas o paisajísticas.
Buen viaje y,
escuchemos atentamente la voz de las piedras, que nos cuentan miles de cosas
nos paramos un rato ante ellas y les pedimos que nos comuniquen su secreto.
Juan Ignacio Cuesta
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El
Monasterio
del
Escorial una réplica
del Templo
de Salomón |
En el centro de
España, al pie del pico Abantos, un monte sagrado de la sierra del
Guadarrama, está uno de los monumentos más sorprendentes nacidos de la
inspiración y la voluntad humana: el Monasterio
de El Escorial. La idea de su construcción es de Carlos V, quien ordenó a
su hijo realizarla. Sin embargo, la implicación personal de un monarca cuya
personalidad nos es desconocida en muchos aspectos, su apuesta personal por
realizar una obra que fuera compendio de todos cuantos saberes se habían
alcanzado hasta el momento, y el emplazamiento elegido hace que este edificio
sea un auténtico Lugar de Poder. Es
el panteón de la Familia Real española y en su interior podemos ver las obras
más impresionantes de grandes pintores y escultores de la época; alberga más de
13.000 reliquias y una biblioteca única en el mundo. Los expertos afirman que
es una réplica del antiguo Templo de Salomón. Al entrar en el patio que da
acceso a la Basílica, el Rey Sabio nos hace un guiño desde su pedestal de
piedra, acompañado de otros profetas y monarcas del pueblo de Israel.
"...
mandó buscar sitio conveniente para la grandeza que en su real pecho tenía
concebida, poniendo en ello hombres sabios filósofos y arquitectos y canteros
experimentados en el arte de edificar, para examinar en el dicho sitio la
sanidad, la abundancia de aguas y aires y los pastos naturales del sitio,
conforme a la doctrina de Vitrubio,... anduvieron por muchas partes, especialmente
por el Real de Manzanares, andando por los valles, altos y llanos de una parte
a otra, y no hallaron cosa que les contentase. Después vinieron al lugar de la
Fresneda... desde la Alberquilla volvieron el rostro hacia el norte, y se
fueron por la raíz del monte donde hallaron una muy principal fuente que tenía
dos veneros que se llamaba la fuente de Blasco Sancho, junto a un cerrito donde
pasa el camino que va a San Juan de Malagón, hermita bien conoscida de toda la
tierra, y hallaron el puesto cual ellos buscaban en las condiciones y
cualidades necesarias."
(Fray José de Sigüenza. Fundación del Monasterio de El Escorial por
Felipe II.)
Su
Biblioteca, la segunda más importante del mundo antiguo tras la del Vaticano,
creada por el heterodoxo Benito Arias Montano, tiene libros tan importantes
como las Cantigas a Santa María, El Lapidario y El Libro de los Juegos, de Alfonso X, procedentes de la Cámara
Regia de los Reyes de Castilla; las misteriosas obras de otro heterodoxo, Raimundo
Lulio; 139 libros prohibidos por la Inquisición; 206 donados por Montano,
incluyendo 72 manuscritos hebreos –10.000
volúmenes aproximadamente–. Le ayudó
Fray Juan de San Jerónimo y el padre José de Sigüenza, luego nombrado
bibliotecario. En 1609 se incorporaron 4.000 manuscritos árabes pertenecientes
al Sultán Muley Zidán, capturados por Pedro de Lara en las costas de Berbería.
Casi 4.000 se quemaron en 1671, muchos otros fueron víctimas de la invasión
napoleónica y la guerra civil. Hoy día se conservan varios de incalculable
valor, como los códices mozárabes Albendense
y Emilianense, del siglo X; los Comentarios de San Beato de Liébana al Apocalipsis
de San Juan, del siglo XI, una de las más grandes maravillas miniadas, cuyo
simbolismo aún permanece oculto; la Crónica
Troyana, que fue de Pedro I el Cruel. Renacentistas son el Códice Virgiliano o Eneida. El Libro de los
Dibujos, del siglo XVI, escrito por Francisco de Holanda; el Códice Aúreo –Evangelios–, iluminado en
el siglo XI en el Monasterio de Reichenau, Alemania; el Apocalipsis, del siglo XIII y muchos Libros de Horas, así como los Códices
Bizantinos, manuscritos árabes y un Corán
decorado que perteneció a Muley Zidán.
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La Silla de
Felipe II
un altar de
sacrificios humanos vetón en un Bosque Mágico |
La conocida oficial y popularmente como Silla de Felipe II, es un santuario
pétreo sobre un promontorio. Desde allí hay una magnífica vista del Monasterio.
Supuestamente sirvieron a Felipe II para vigilar las obras. No tenemos
documentos, pero sí existe una peña en otro lugar donde una placa lo afirma. La
arqueóloga y profesora de la Universidad Autónoma, doña Alicia María Cantó, con
una argumentación convincente, nos explica que posiblemente la Silla sea un altar de sacrificios
humanos del pueblo celta prerromano conocido como Vetones –los mismos que esculpieron los verracos llamados Toros de
Guisando–. Cerca hay dos recintos muy semejantes con material labrado y
reutilizado desde la antigüedad. Inquieta la presencia en medio del conjunto de
una piedra caballera con forma de corazón o cara de diablo. Según ella hay
sitios semejantes bien estudiados: el Raso
de Candeleda –Ávila–, Ulaca
(Solosancho) o Panóias (Vila Real,
Portugal, investigado por el profesor Géza Alföldy).
Su
teoría es reveladora. Aquellos pueblos tenían una visión subjetiva de la
naturaleza, lejos de las modernas interpretaciones geológicas. Para ellos toda
forma sugerente se convertía en señal y símbolo de las fuerzas superiores.
Dioses y diablos se encarnaban en las formas con las que se esculpía la piedra
a base de agua y aire. Fue fácil para ellos sacralizarlas e incorporarlas a su
mundo de creencias. En este caso se trataría del Marte céltico –Teutates, dios de la guerra–. La hipótesis se abona
con la presencia cercana de dos aras romanas consagradas, una a Mars y la otra a Mars Magnus.
Lo mismo sucedería en los cerros llamados El Fraile y Las Machotas con la
conocida como Calzada de los Gigantes –según el escurialense Antonio Cobeñas–. Allí, presididas por una formación picuda
que parece un monje orando, hay más de mil piedras caballeras. Muchas son
representaciones casi perfectas –una tortuga, un
camello–. Otro paraje es
conocido como La Patada del Diablo.
También, aparte de una calzada
romana, se han descubierto recientemente en la zona los restos de un dolmen
megalítico de entre cuatro y siete mil años. Incluso algunas lajas de esta
tumba-santuario, habrían sido reutilizadas en la fábrica del propio Monasterio.
Serían portadoras del sentido sacro que tenían en la antigüedad las piedras
protectoras del último sueño de los hombres.
La primera referencia literaria de
la que disponemos es de 1350, el Libro de
la Montería, de Alfonso XI. En él se habla de lugar como Cabeza de la Ferrería, zona boscosa rica
en ciervos y osos. Posteriormente estos montes fueron conocidos como los Ermitaños, debido a la abundancia de
ellos que habitaban sus cuevas y oquedades. La historia de un pueblo medieval,
la Ferrería de Fuentelámparas, apunta
a que en aquellos bosques oscuros y profundos –Escuriales, por escuros–, hubo
una aparición mariana aunque sin documentos (posiblemente la “Virgen” lleva
apareciéndose en aquel lugar miles de años, lo que permite pensar en algún tipo
de fenómeno que se interpreta según la época y las creencias de cada pueblo).
Sí sabemos que los antiguos habitantes de aquella aldea –hoy El Castañar–, trabajadores del hierro, realizaban un
rito consistente en subir a la fuente conocida como de La Reina, para colocar a
su alrededor lámparas encendidas. ¿Con qué fin se realizaba, cómo era y qué se
festejaba o recordaba? Años después, una peste de la que no les protegió la
Virgen diezmó a sus habitantes y abandonaron el pueblo camino a un lugar
cercano al actual Monasterio.
Existen en estos bosques llenos de plantas mágicas –muchas portadoras de
alcaloides– siete manantiales que manan por sendas fuentes cargadas de símbolos
universales que luego fueron adoptados por los Masones (pirámides, triángulos,
esferas, atrios, etc.).
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La
Capilla de Mosén
Rubí de Bracamonte
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El Santuario de la Virgen del Cubillo
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La Iglesia de la Vera Cruz
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El Priorato de San Frutos del Duratón
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Santuarios y Catedrales, 5 y 6 de
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Ethenhiritipá Cantos da tradiçâo Xavante
Guerrero, Francisco Niño Dios de Amor Herido
Hildegart Von Bingen O fredens virga – Gloria patri. Ave
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Luis de Vitoria, Tomás Ave Maria
Mascagni, Pietro Intermezzo de la Cavaleria
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Milladoiro Jacopus Magnus: ¿Onde vai aquel romeiro?
Mudarra, Alonso Fantasía que contrahaze la arpa
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Nightnoise In This Land
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Burana: Intrutina, Fortuna Imperatrix Mundi
Pérez
Arroyo, Rafael La
música del antiguo Egipto
Prada, Amancio Canciones del Alma (3 textos de San Juan de la Cruz)
Runaway
Sunday Time has passed
Torres Pardo, Miriam Haendel: Lascia
ch’io pianga, Belle qui tiens ma vie
Vásquez, J. ¿Con
qué la lavaré? (Cancionero
del Duque de Calabria)
Web del autor:
http://sapiens.ya.com/jicm