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PRESENTACIÓN
HISTÓRICA
Los primeros habitantes originarios de la actual Navarra,
fueron los llamados vascones, un pueblo guerrero en permanente conflicto con
sus vecinos. Los romanos consiguieron controlar la zona, siendo fundada la
ciudad de Pompaelo (Pamplona) por Cneo
Pompeyo Magno en el año
En 778, Carlomagno, de regreso de su campaña
en Zaragoza arrasa la ciudad, pero en el puerto de Ibañeta
su sobrino Roldán, al frente de sus tropas, fue objeto de la venganza vascona y
derrotado en la batalla de Roncesvalles (quince de
agosto del mismo año), de la que nos queda un muy conocido representante de la
literatura altomedieval:
Para defenderse de ambos frentes, las
distintas tribus se unieron, escogiendo
en
En
el año 905 una nueva dinastía emparentada con la anterior y originaria de
Sangüesa tomará el control del territorio: los Jimena,
con Sancho Garcés I el Grande (905-925) al frente del reino de Pamplona.
Coaligado con el monarca asturleonés Ordoño II
sufrieron la derrota de Valdejunquera (920) frente a Abd al-Rahmán III, y tras la
conquista de éstos de Nájera, Tudela, Valtierra y Viguera en 923 una
nueva aceifa de aquél arrasó Pamplona. Pese a estos contratiempos, el reino se
verá consolidado territorial y políticamente gracias a la política matrimonial
con castellanos y aragoneses.
Durante el reinado de su nieto, Sancho Garcés II Abarca
(970-994), se fundará el monasterio de San Millán de la Cogolla.
Con el quinto rey de esta dinastía, Sancho Garcés
III el Mayor (1000-1035), este reino, ya «de Navarra», alcanzará la
hegemonía peninsular hasta el punto de que su titular será considerado el
primer Rex Hispaniorum
al controlar casi todo el norte peninsular. Empieza el esplendor del Camino de
Santiago, al servicio del cual este monarca facilita el asentamiento de nuevos
pobladores francos (Fuero de Estella) y el paso de
peregrinos (puente de Puente
Fue
precisamente el testamento de Alfonso I el Batallador (1104-1134) de
Aragón (y la mayor parte de Navarra), legando su reino a templarios,
hospitalarios y sepulcristas, el que desencadenó que
los nobles navarros escogieran un nuevo rey para su territorio: García Ramírez
IV el Restaurador (1134-1150), nieto del Cid Campeador. Su hijo, Sancho
VI el Sabio (1150-1194), hizo lo que pudo en política exterior resistiendo las permanentes
tensiones con Castilla. En el interior de su reino, sin embargo, se ganó su pelativo al fomentar los estudios entre el clero y la
nobleza, proteger las Artes, rebajar los impuestos e introducir la
indisolubilidad matrimonial. Su hija Berenguela casó
en Chipre con Ricardo Corazón de León el doce de mayo de 1191. Su
sucesor, Sancho VII el Fuerte (1194-1234), que consiguió al fin la
consideración oficial de rey por el papa Celestino III, alcanzó la concordia
política con su rival Alfonso VIII de Castilla (1158-1214) en Guadalajara en
1207 y con Pedro II el Católico (1196-1213) en Monteagudo el año
siguiente. Para ello fue preciso que los tres reinos, además de verse
enfrentados entre sí, implicaran a ingleses, franceses y almohades.
La amenaza de éstos últimos llevó a que junto a cruzados llegados del resto de
Europa y las órdenes militares peninsulares lograran la victoria frente al
califa Abu abd Allah Muhammad al-Nasir —Miramamolín
para los cristianos—, en la decisiva
batalla de las Navas de Tolosa (Jaén, 12/7/1212),
donde el rey navarro obtuvo las cadenas para el escudo de su reino y el
apelativo para él.
Sin descendencia,
disgustado con su sobrino Teobaldo de Champaña, y queriendo evitar que Navarra
cayera bajo influencia francesa, firmó en Tudela un pacto de prohijamiento con
Jaime I el Conquistador (2/2/1231) por el cual ambos se designaban
mutuamente herederos del otro reino, circunstancia claramente beneficiosa para
el aragonés, de veinticuatro años, frente al navarro, con setenta y dos. A la
muerte de éste (Tudela, 7/4/1234), incomprensiblemente Jaime I no reclamó sus
derechos, lo cual aprovechó Teobaldo para entronizar su dinastía extranjera, la
de Champaña, privándose definitivamente a Navarra de la expansión peninsular.
Iniciada por Teobaldo I el Trovador (1234-1253) —participante en
Teobaldo II el Joven (1253-1270) consiguió de Alfonso X el
Sabio (1252-1284) en 1256 las plazas de San Sebastián y Fuenterrabía
con carácter vitalicio a cambio de su vasallaje. Murió en Trápani
en 1270 de regreso de
Las
aspiraciones de distanciamiento de Francia de su hermano Enrique I el Gordo
(1270-1274) no se hicieron realidad, pues sólo le sobrevivió su hija Juana, que
aunque se convirtió en Juana I (1274-1305), su matrimonio con el rey francés
Felipe IV el Hermoso (1285-1314) en 1284 puso el reino en manos de tan
codicioso monarca Capeto y ligó definitivamente el
destino navarro al trono del país vecino.
Navarra llegó a convertirse en una senescalía francesa, y esta disolución
de su independencia generó la revuelta de
El hijo de estos últimos,
Luis I el Hutín o el Pendenciero
(1289-1316) no sólo era controlado por su padre, sino que su repetida ausencia
del reino generó tal desconfianza y malestar que los cargos importantes
tuvieron que ser desempeñados por franceses que gozaran de su crédito. Tras la
novelesca muerte de Felipe IV en 1314 tras la supuesta maldición del último
maestre templario Jacobo de Molay, reinará en Francia
como Luis X, olvidando Navarra en manos de gobernadores. Su hija Juana, que por
las leyes navarras abolidas le hubiera correspondido el trono, fue apartada de
él por el Código de los Salios (
El
cinco de marzo de 1328
Habrá que esperar a que su hijo, el honesto, negociador y culto Carlos
III el Noble (1387-1425) pacificara e hiciera prosperar el reino. Con el
Privilegio de
Pese a que le correspondía
reinar a su nieto Carlos, príncipe de Viana
(1441-1461), a la muerte de Blanca de Navarra (1425-1441) su esposo Juan II de
Aragón (1458-1479), que actuaba como regente, hizo valer sus derechos, con lo
que se inició un grave conflicto armado entre beaumonteses
—partidarios del primero—, y agramonteses —defensores del segundo—, en el que
se involucró Castilla y Cataluña.
La
última de las dinastías que reinará Navarra será la de Foix,
introducida por el matrimonio de Gastón IV, conde de Foix
con la fugaz reina Leonor (1479), hija de Juan II de Aragón y hermana del
príncipe Carlos. Su nieto, el también breve Francisco I, el Febo
(1479-1483) será el primer representante, y su hermana Catalina de Foix (1483-1518) la segunda y última, con el apoyo de los
agramonteses para más señas.
Aunque la guerra no podrá darse por concluida hasta 1529 debido a la
intervención francesa, el día de Santiago apóstol de 1512 el segundo duque de
Alba, Fadrique Álvarez de Toledo, al frente de las
tropas de Fernando II el Católico (1479-1516)
y con el apoyo de los beaumonteses, entraba en
Pamplona, para hacerse a continuación con el control del desahuciado reino, que
pasará a incorporarse a la corona de Castilla (1515), aunque conservando sus
fueros y leyes. Como recoge el acta de Cortes, los reyes de Castilla lo serán
también de los navarros «por siempre jamás».